Volumen 15, Número 319, septiembre 7 de 2015
 


Atrocidades del imperio en Palmira



La barbarie del imperialismo y sus mercenarios no es solamente económica, también es cultural. En Siria, los asesinos con máscara de fundamentalistas islámicos están destruyendo santuarios y templos en la zona arqueológica de Palmira, de la cual, se han posesionado. No nada más, decapitaron públicamente al arqueólogo Jaled Asaad, destruyeron la estatua del león Al-Lat, así como, el mausoleo de Bin-Alí y dinamitaron el templo de Baal-Shamin. Estos abominables crímenes se suman a muchos otros contra la población siria. La mayoría en el mundo calla. El FTE eleva su voz contra el imperio.


¡Alto a la barbarie!

Indignación, estupor, rabia, es lo menos que se siente ante los crímenes de supuesto islamismo fundamentalista, que se hacen llamar Estado Islámico, creación del imperialismo.

Sin ideología ni principios de ninguna índole, su única política es matar como nazis, horrorizar al mundo, aterrorizar a poblaciones enteras. De Estado tienen el ser un aparato encargado de aplicar la violencia y de islámico es solo una mascarada para realizar los crímenes.

Se oponen a la idolatría y destruyen tesoros arqueológicos y libros conservados por miles de años. Valiosas construcciones las convierten en un montón de piedras y polvo.

No son solo amontonadores de piedras, también carniceros de humanos. La vida humana no tiene ningún sentido ni significado para esos bárbaros.

Lo que ocurre en Irak, Afganistán, Siria, Libia, Mali, Yemen y otras partes no ocurre de la nada ni salió de la nada. La mano del imperio está detrás, a través de sus organismos de espionaje y el apoyo que les brindan para seguir con sus fechorías.

Crearon a ese mal, "se les salió de control", como virus intencionado y maligno, y ahora dicen combatirlo. ¿Cuál es la realidad? Que al amparo del imperio el fascismo está desatado en Medio Oriente. Para las potencias capitalistas, en Europa, América y Lejano Oriente, nada de lo anterior existe, les es fácil negarlo con su silencio infame.

Todo es culpa del gobierno sirio, dicen. Ese gobierno será todo lo que quieran pero el argumento es falaz. Bajo esa patraña, multitudes árabes están condenadas al suplicio y a la muerte impunemente.

El silencio no se reduce a las potencias, casi todos los gobiernos están alineados al imperio, inclinados sin decir, y menos hacer, nada.

Los medios mercenarios prefieren la nota policíaca pero la sangre roja de los crímenes contra la vida y la cultura humana no les dice nada y menos les merece algún comentario.

Las comunidades culturales, ¿dónde están? Apoltronadas en sus sillones, atrincherados en seis paredes blindadas y alejadas de la realidad. La intelectualidad está colapsada y escondida debajo de la cama. Se trata de hechos vergonzosos.

El FTE de México no tiene elevada jerarquía, solo tenemos la palabra, nuestra política clasista e independiente. Nos es suficiente para definirnos y elevar nuestra voz condenando la barbarie imperialista, los crímenes de sus mercenarios y el silencio de los cobardes.

No es necesario agregar más. Las agencias internacionales de prensa y algunos diarios han dado cuenta de las atrocidades.

Destruyen 2 santuarios

Militantes de Estado Islámico destruyeron dos antiguos santuarios que consideran sacrílegos en Palmira, ciudad siria de 2 mil años de antigüedad y patrimonio de la humanidad de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), dijo el grupo musulmán sunita de línea dura (Reuters, AFP, en La Jornada, p.5, 24 junio 2015).

El reporte fue el primero sobre daños provocados por los militantes a edificaciones en Palmira desde que en mayo tomaron el control de la ciudad, conocida también como Tadmur.

Desde entonces, las fuerzas sirias bombardearon la ciudad y los militantes acamparon en su interior, tomadas antes, y después mostraron a varios militantes transportando explosivos y los santuarios –que no pertenecen al patrimonio monumental de tiempos romanos– reducidos a escombros.

Además, los yihadistas hicieron estallar el mausoleo de Mohammad Ben Alí, un descendiente de la familia del primo del profeta Alí Ben Abí Taleb, indicó a la Afp el director de antigüedades sirias, Maamun Abdel Karim.

El mausoleo está situado en una zona montañosa, a cuatro kilómetros al norte de la ciudad.

Luego, el Estado Islámico publicó fotografías que muestran a dos hombres llevando fusiles y bombonas, probablemente llenas de explosivos, hacia la colina donde están las ruinas de Palmira.

Según el director de antigüedades, el grupo también hizo estallar un mausoleo en Chkaf de más de 500 años de antigüedad, conocido con el nombre de Nizar Abú Bahaedin, un religioso de Palmira.

El monumento se encuentra en el oasis de la ciudad, a 500 metros del Arco de Triunfo.

Los extremistas del Estado Islámico han destruido más de 50 mausoleos de entre 100 y 200 años de antigüedad en las regiones que controlan desde hace un año en el norte y el este de Siria, según Abdel Karim. Consideran que los mausoleos islámicos van contra sus creencias y prohíben cualquier visita al lugar, explicó.

Rescatar Palmira

El cónclave anual del Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, en la ciudad alemana de Bonn, se verá profundamente marcado por la destrucción del patrimonio cultural de Palmira y otros importantes sitios históricos en Siria e Irak (DPA, en La Jornada en línea, 25 junio 2015).

En una entrevista con Dpa, la directora general de la Unesco, Irina Bokova, habló de las posibilidades de intervención de esta organización.

¿De qué le sirve en estos momentos a Palmira su estatus de Patrimonio Mundial de la Humanidad?

-La situación en Palmira es trágica. Grupos extremistas han cercado el sitio con explosivos y declarado que su objetivo es destruir las estatuas, y quizá más restos arqueológicos. El Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco tiene un acceso muy detallado a lo que está ocurriendo gracias a las imágenes vía satélite. Como sabe, la Unesco no tiene Ejército, por lo que no podemos intervenir in situ. Pero estamos tratando de garantizar que en lo posible, ningún tesoro cultural pueda salir ilegalmente del país. El Consejo de Seguridad (de la ONU) aprobó la resolución 2199 que prohíbe el comercio de bienes culturales procedentes de Siria e Irak. Es cierto que un texto jurídico jamás será tan rápido como el disparo de un cohete, pero eso no es motivo para infravalorar las leyes.

¿No sería más importante rescatar a las personas que viven en esa región? ¿Puede ser que actualmente nos estemos centrando demasiado en el patrimonio cultural?

-Ese es justamente el pensamiento perverso al que quieren forzarnos los extremistas. Está claro que la máxima prioridad ha de ser proteger la vida humana. Pero permítame recordar que los extremistas no distinguen entre vidas humanas y patrimonio cultural: atacan ambos en una estrategia global de limpieza cultural con el objetivo de eliminar cualquier forma de diversidad cultural y pensamiento libre.

Nuestra herencia cultural defiende valores como la identidad y la pertenencia. Y eso es una de las fuentes de la resistencia. Los señores de la guerra lo saben, por eso apuestan por la destrucción de la cultura como método de guerra para dividir a las sociedades y lograr la mayor atención mediática posible. Lo hemos visto en Afganistán, en Mali y ahora en Irak y en Siria, donde por motivos religiosos y culturales grupos extremistas tienen como objetivo intentar borrar todas las huellas de la historia en una región que es una de las cunas de la civilización humana.

Crímenes de guerra

La Unesco dijo que la destrucción de antigüedades y sitios históricos en zonas en conflicto por el grupo Estado Islámico y otros movimientos extremistas podría equivaler a crímenes de guerra (Ap, en La Jornada, p.7, 30 junio 2015).

El Comité de Patrimonio Mundial de la Unesco, reunido en Bonn, observó la destrucción causada por el Estado Islámico en la antigua ciudad de Hatra, Irak, y manifestó profunda preocupación por los tesoros arqueológicos en la ciudad de Palmira, Siria, capturada por los extremistas en mayo. Ambas están en la lista del patrimonio de la humanidad que lleva el organismo internacional.

Los ataques intencionales a edificios dedicados a la religión, la educación, el arte, la ciencia o propósitos benéficos, así como a monumentos históricos, pueden equivaler a crímenes de guerra, señaló el comité en una resolución.

La Unesco manifestó profunda conmoción por los ataques reiterados del Estado Islámico y otros grupos destinados a destruir la diversidad cultural atacando deliberadamente a individuos y comunidades con base en sus antecedentes culturales, étnicos o religiosos, como también lugares de culto, tradición y aprendizaje.

Asimismo expresó alarma por el número creciente de amenazas al patrimonio cultural por medio de saqueos y excavaciones ilegales, que socavan seriamente tesoros culturales irremplazables, entre ellos sitios de patrimonio mundial de la Unesco en Afganistán, Irak, Libia, Malí, Siria y Yemen.

Destruyen la estatua del león Alat

El grupo EI destruyó la famosa estatua del león de Alat (diosa madre de Palmira) que se encontraba a la entrada del museo de esa ciudad, afirmó el director general del Departamento de Antigüedades y Museos de Siria (AFP, Reuters, en La Jornada, p.7, 3 julio 2015).

Los miembros del EI destruyeron el león de Alat, pieza única de tres metros de altura y unas 15 toneladas. Es el más grave de los crímenes cometidos por los yihadistas contra el patrimonio de Palmira, indicó Mamun Abdelkarim.

La estatua de piedra calcárea descubierta en 1977 por una misión arqueológica polaca en el templo de Alat (o Al Lat) data del siglo I a.C.

La habíamos cubierto con una placa de hierro y rodeado de sacos de arena porque queríamos protegerla de los bombardeos, pero nunca creímos que el EI llegaría a la ciudad para destruirla, agregó.

Peligran 3 sitios

El sitio iraquí de Hatra, declarado patrimonio mundial desde 1985, el casco antiguo de Saná y la ciudad fortificada de Shibam, conocida por sus centenarios edificios de barro, ambas en Yemen, fueron incorporadas a la lista de los lugares en peligro de la Unesco a causa de las destrucciones perpetradas por grupos armados (PL, DPA, en La Jornada, p.7, 3 julio 2015).

El organismo internacional justificó la decisión al explicar que Saná ha sufrido daños considerables a consecuencia de la guerra civil y que Shibam podría correr la misma suerte.

El comité de la Unesco apuntó que la inscripción de Hatra en la mencionada lista será un instrumento para convocar el apoyo de la comunidad internacional al patrimonio iraquí.

Gran ciudad fortificada en la zona de influencia del imperio parto y capital del primer reino árabe, Hatra resistió dos veces el asalto de los romanos, en los años 116 y 198, gracias a su muralla provista de torres.

Sus vestigios, y concretamente los de sus templos de arquitectura grecorromana con ornamentaciones orientales, testimonian la grandeza de la civilización que la construyó.

Además de Hatra, otros dos sitios iraquíes están en la lista del patrimonio mundial en peligro: Asur (desde 2003) y la ciudad arqueológica de Samarra (desde 2007).

Digitalizan biblioteca de Bagdad

Las estanterías escasamente iluminadas de la Biblioteca Nacional de Bagdad ocultan un tesoro invaluable: pergaminos amarillentos y arrugados que narran la historia de sultanes y reyes, imperialistas y socialistas, ocupación y liberación, guerra y paz (Ap, en La Jornada, p.7, 5 agosto 2015).

Son las crónicas originales de su historia rica y tumultuosa. Ahora los bibliotecarios y académicos en Bagdad trabajan febrilmente para preservar lo que queda después que miles de documentos se perdieron o dañaron durante la invasión del país encabezada por Estados Unidos.

Mientras el grupo Estado Islámico se dedica a destruir los monumentos de la historia y la cultura de Irak, incluso libros y manuscritos irremplazables en la ciudad de Mosul, ocupada por los extremistas, se lleva a cabo un proyecto masivo de preservación y digitalización de documentos en la capital para salvaguardar más de un siglo de historia.

En cuartos oscuros en los fondos de la biblioteca, los expertos utilizan iluminación especial para fotografiar algunos de los manuscritos más inapreciables.

El proceso de restauración equivale a una microcirugía, y el tipo de daño de cada documento constituye un enigma. Algunos manuscritos están desgastados por el uso excesivo y su antigüedad. Otros están manchados o semiquemados por ataques o sabotajes. Y hay otros que están completamente fosilizados, como resultado de la humedad y temperaturas agobiantes, y semejan trozos de roca extraídos del suelo.

Esos son los libros más difíciles de restaurar, dijo Fatma Khudair, trabajadora de mayor rango en el departamento de restauración. Les aplicamos vapor con una herramienta especializada para tratar de aflojarlos y separar las páginas. A veces podemos salvarlos y entonces les aplicamos otras técnicas de restauración. Pero con otros el daño es irreversible.

Los técnicos esterilizan manuscritos y documentos durante 48 horas, limpiándolos de polvo y otras impurezas acumuladas a lo largo de los años. Después pasan cuidadosamente página por página aplicándoles un papel japonés fino especial para conservación y restauración, ya sea para completar los bordes deteriorados o para recubrir los documentos más delicados con un revestimiento que prolongue su duración.

Decapitan al guardián del pasado

El EI (también conocido como Isil) decapitó a Jaled Asaad, ex director de antigüedades de la milenaria ciudad de Palmira y uno de los arqueólogos más destacados de Siria, tres meses después de que los yihadistas tomaron esa localidad, que alberga uno de los sitios arqueológicos más famosos del mundo (Ap, Dpa, The Independent, Afp, en La Jornada, p.25, 20 agosto 2015).

La Unesco condenó el asesinato de Asaad a manos del EI, que hace más de un año proclamó un califato en amplias zonas de Siria e Irak.

Asaad, de 82 años, fue decapitado este martes en una plaza frente el museo de la ciudad, en la provincia de Homs, ante la mirada de decenas de personas, y su cuerpo fue colgado después de una de las columnas romanas, informó Mamun Abdulkarim, director del Departamento de Museos y Antigüedades en Damasco, que calificó como trágica la muerte del prestigiado arqueólogo.

El opositor Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), con sede en Londres y que cuenta con una red de activistas en Siria, dijo que al arqueólogo le pegaron un cartel en el que los yihadistas lo acusaban de ser partidario del gobierno por haberlo representado en conferencias en el extranjero junto con infieles, y de ser el director de los ídolos de Palmira.

¿Qué fascismo es ese?

El Isil ha dado muerte al guardián de Palmira. La muerte de Jaled Asaad, torturado durante un mes y luego decapitado por negarse a revelar la ubicación secreta de los invaluables tesoros de la ciudad romana, ha llenado de pesar a sus colegas arqueólogos (Fisk R., en La Jornada, 20 agosto 2015).

El anciano de 82 años estaba jubilado desde hacía muchos años; se encontraba en su casa cuando el Isil cayó sobre Palmira, hace tres meses. ¿Qué quería el califato islámico con un viejo consagrado a las antigüedades? Sin duda no un recorrido del foro romano y el anfiteatro, cuyas ruinas caminó con incontables equipos de arqueólogos extranjeros durante más de medio siglo para asegurarse, en palabras de la arqueóloga Farchackh, de que no cometieran errores, que no interpretaran mal los hechos históricos.

En verdad, Asaad sabía que la mayor parte de los artefactos movibles de Palmira habían sido trasladados a la comparativa seguridad de Damasco (nadie pudo llevarse toda la ciudad romana), pero el Isil creía que él sabía dónde podrían estar enterrados otros tesoros.

Pasado un mes, los combatientes se percataron de que Asaad no sabía nada –o no diría nada–, así que decapitaron al anciano y ataron su torso a un pilar romano en la antigua ciudad.

Durante meses, el Isil ha operado en la red de contrabando de antigüedades, vendiendo objetos del pasado romano en Siria a traficantes internacionales, por lo regular a través de Turquía. Jaled Asaad siempre estuvo allí, y luego fue tomado en rehén, comentó la señora Farchakh.

Dinamitan al templo Baal Shamin

Los combatientes del EI –que ha impuesto una violenta interpretación de la ley islámica o sharia y cree que las antigüedades promueven la idolatría– intentaron que Asaad les diera información sobre el lugar donde fueron escondidos algunos de los tesoros de Palmira para salvarlos tras la toma de la ciudad, agregó Mamun Abdulkarim.

El arqueólogo fue tomado prisionero hace un mes tras negarse a abandonar la ciudad cuando cayó en manos de los yihadistas, el 21 de mayo, pero antes, él y miembros de su familia lograron resguardar unas 400 piezas antiguas.

Desde entonces impera la preocupación de que los extremistas puedan devastar los restos romanos de 2 mil años de antigüedad, como han hecho en Irak con numerosos lugares arqueológicos, toda vez que hace dos meses destruyeron una estatua que representa a un león, dijo Abdulkarim.

Bandera a media asta en Italia

Los museos y parques arqueológicos de Italia izaron a media asta la bandera para rendir homenaje al célebre arqueólogo sirio Jaled Asaad, director por 40 años del parque arqueológico de Palmira, decapitado por militantes del grupo Estado Islámico (Afp. Notimex, PL, en La Jornada, p.7, 21 agosto 2015).

La Unesco, Francia y Estados Unidos denunciaron el asesinato brutal cometido por bárbaros.

La versión extrema del islam promovida por el grupo Estado Islámico proscribe formalmente la visita de estos sitios arqueológicos o históricos, y considera las estatuas de figuras humanas o animales una idolatría.

Según la Organización de Naciones Unidas más de 300 sitios históricos sirios han sido dañados, destruidos o saqueados desde que se inició el conflicto en 2011.

El director general de Antigüedades y Museos de Siria, Abdulkarim, reporta PL, confirmó que los terroristas del grupo Estado Islámico decapitaron al investigador Jaled Asaad, porque éste se negó a revelar la ubicación de tesoros arqueológicos.

En declaraciones al sitio digital Al-Ghadalarabi, Abdulkarim precisó que los yihadistas del Estado Islámico mantenían en cautiverio al destacado arqueólogo para intentar hacerle confesar el lugar exacto donde se oculta un importante tesoro en la ciudad de Palmira, escondido durante la toma de la histórica ciudad por los grupos armados.

La ciudad de Palmira, ubicada 223 kilómetros al noreste de Damasco, es una joya de la arquitectura antigua y fue declarada patrimonio de la humanidad en 1980, por la Unesco.

Dinamitan el templo Baalshamin

Los yihadistas del grupo EI hicieron volar el templo de Baalshamin en la antigua ciudad de Palmira, en el este de Siria, afirmó el director de Antigüedades y Museos de Siria, Maamun Abdulkarim (Afp. Ap, en La Jornada, p.8; Cubadebate, 24 agosto 2015).

“Daesh (acrónimo en árabe del EI) colocó hoy gran cantidad de explosivos en el templo de Baalshamin y lo hizo estallar. El edificio quedó destruido en gran parte”, indicó el funcionario.

La cella (parte cerrada del templo) fue destruida y las columnas a su alrededor se derrumbaron. Nuestras más oscuras predicciones lamentablemente se están realizando, deploró.

El Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, con sede en Reino Unido, agregó que después de hacer estallar el templo, que se ubicaba a sólo 10 metros del famoso teatro romano de Palmira, le prendieron fuego.

Baalshamin, en semítico sirio, Beelshamen o Baal Shamen, fue un dios celeste fenicio y deidad suprema en la mayoría de los pueblos semitas ocupantes del oriente del Mediterráneo.

Fue venerado en Egipto y en Roma y su culto principal tuvo lugar en la antigua ciudad preislámica de Palmira. Su nombre significa Señor de los cielos.

En honor a Baalshamin, rey de los dioses y como dios del cielo, portador de lluvia y fertilidad, se construyó en Palmira su templo en el año 17, mismo que fue reconstruido en los siglos II y III.

La directora de la Unesco, Irina Bokova, dijo que los extremistas del EI efectúan la destrucción más brutal y sistemática de sitios históricos de que se tenga conocimiento desde la Segunda Guerra Mundial.

Testigos dijeron que los combatientes derribaron con una topadora el monasterio de San Elián, en el que se encuentra una tumba del siglo V, que era un destino importante de peregrinaciones.

Desde que capturaron el año pasado alrededor de un tercio de los territorios de Siria e Irak, los combatientes del EI han destruido mezquitas, iglesias y sitios arqueológicos, y causado amplios daños en las ciudades antiguas de Nimrud, Hatra y Dura Europos, en suelo iraquí.

Además, el EI mutiló el cuerpo sin vida del ex director de antigüedades de la ciudad siria de Palmira tras ejecutarlo y colgarlo de un poste, indicaron uno de sus hijos y el director general de antigüedades de Siria.

Los habitantes de la ciudad me dijeron que el grupo EI había cortado en pedazos el cuerpo de mi padre tras tenerlo un día colgado de un poste, declaró Mohamad, hijo de Jaled al Asaad.

Mi padre se negó a irse de Palmira a pesar de las amenazas que recibía. Se escondió en un pueblo del desierto sirio hasta que el EI lo encontró y se lo llevó el 20 de julio, relató Mohamad.

Anteriormente, el 21 de mayo, otro de los hijos de Jaled Asaad, Walid, actual director de Antigüedades de Palmira, fue secuestrado durante una semana por los yihadistas, que buscaban un escondite en el que creían que había oro, contó su hermano Omar.

Los yihadistas llevaron a Jaled y a Walid Asaad al centro cultural de Palmira, donde pidieron perdón a Dios por haberse ocupado de ídolos y prometieron convertirse en verdaderos musulmanes, antes de ser liberados. Pero el EI volvió a buscar al padre el 20 de julio, lo encontró y lo llevó a un paradero desconocido. No volvimos a tener noticias de él hasta que lo llevaron a la plaza pública para ejecutarlo, indicó Omar.


Ref.: 2015, elektron 15 (237) 1-8, 27 agosto 2015, FTE de México.


Arqueólogo Jaled Assad, Palmira, Siria. FOTO: Ap


Estatua del león de Al-Lat en Palmira. FOTO: sdpnoticias


Templo de Baalshamin, dios celeste de los fenicios, en Palmira. FOTO: Reuters


Mausoleo de Bin Alí volado con explosivos, cerca de Palmira.
FOTO: EI, en La Jornada


Ruinas de la destrucción arqueológica intencional en Palmira.
FOTO: EI, en La Jornada






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