Volumen 14, Número 298, diciembre 28 de 2014
 


Luchamos por la re-nacionalización



En 2000, al calor de la lucha democrática de electricistas, petroleros y nucleares, surgió el FTE de México a partir de experiencias previas. Hoy no existe ninguna lucha de clase en el sector pero el FTE sigue ondeando la bandera roja. Dos de nuestros objetivos siguen vigentes: uno, reorganizar democráticamente al movimiento obrero y, dos, luchar contra la privatización energética. Ante la desnacionalización, luchamos por la re-nacionalización, con base en nuestro Programa Obrero y en la Política Energética Independiente.



Estandarte del FTE de México. FOTO: FTE


Cruda realidad

En México hay un ambiente de retroceso y derrota, resultado de tantos golpes recibidos por el Estado, deficiencias y errores cometidos, algunos catastróficos. Esta situación no es de ahora, lleva al menos 100 años, pero hoy se recrudece sin que exista respuesta obrera de clase.

La política del Estado es la misma que ha seguido en más de cien años, consistente esencialmente en promover el desarrollo del capitalismo. Con Peña Nieto en la presidencia, el capital tiene a un destacado exponente, caracterizado por su entreguismo al imperio, la traición a la nación y el hundimiento económico, político y social de la misma. Una camarilla dictatorial decide en nombre de los demás y entrega los recursos naturales, patrimonio colectivo y soberanía al capital, principalmente, extranjero.

El desarrollo del capitalismo que promueve Peña Nieto es agresivo, consistente en quitar al Estado toda base nacional. Con las recientes privatizaciones, en materia petrolera, petroquímica, eléctrica, telecomunicaciones y del agua, se ha producido un cambio en el régimen de propiedad, el cual de ser nacional volvió nuevamente a ser privado. Con ello, la plusvalía se transfiere ampliamente a las transnacionales, filiales y socios menores nacionales.

Esto conducirá a una reorganización económica y social, basada en una mayor explotación de la fuerza de trabajo y el subsiguiente empobrecimiento acelerado de la mayoría de la población.

Para garantizar la “paz social” y dar “certidumbre” al capital el Estado legalizará el robo en alta escala pero no nada más. También el crimen, incluido el cibernético. Así, las transnacionales tendrán sus propias guardias, apoyadas por las fuerzas de coerción del Estado.

La reorganización capitalista de la presente fase solamente puede imponerse mediante la fuerza del Estado, es decir, con la represión policíaca y militar. Por ello, las insistentes amenazas públicas de Peña Nieto.

Todo se facilita en la medida en que los trabajadores y pueblo en general no estamos debidamente organizados para articular una respuesta acertada. No tenemos programa, no tenemos partido político de clase, la conciencia de clase es inexistente y la dinámica social prácticamente no existe.

Hay lucha, sí, como la ha habido siempre. Pero lucha obrera, con objetivos de clase, jamás ha existido. Hay enojo y crispación pero expresada en el nivel de las sensaciones. Eso conduce a la espontaneidad carente de perspectivas. Hay, incluso, quienes dicen luchar contra el capitalismo pero lo hacen solamente como frase, sin contenido y descontextualizada. ¿Cómo se puede luchar contra el capitalismo (en general) y no contra el imperialismo, fase superior del capitalismo? Y, si se lucha contra el capitalismo, ¿por qué no se dice nada acerca de las privatizaciones y desnacionalizaciones auspiciadas por el capital? ¿Por qué a las transnacionales ni siquiera se les menciona? Hay evidente incongruencia.

También la hay con los grupos que rinden culto a la violencia per se, por el simple gusto de hacerlo. ¿Por qué no lo hacen solos? No, lo hacen cobijándose en el movimiento ajeno para que el gobierno reprima y detenga a quienes no son partícipes de los enfrentamientos con la policía. Quien sacraliza esas tendencias apoya a algo históricamente superado y fracasado, por cierto, a muy alto costo. Esas expresiones existen pero no educan, ni organizan ni construyen absolutamente nada. La clase obrera no comparte esa política.

Lo más grave está en el medio obrero, allí los trabajadores siguen secuestrados por el charrismo sindical, a su vez, corporativizado, económica y políticamente, con el Estado. Este no es fallido, sigue intacto, apoyado en diversos mecanismos represivos, de los cuales, el charrismo sindical, los partidos políticos oficialistas, el aparato burocrático y los medios de comunicación colectiva, son indiscutibles pilares. Esto es, el Estado en su conjunto está bien aceitado y procede con toda impunidad y cinismo, apoyado por el propio imperialismo.

Nuestras tareas políticas

Los análisis pueden ser variados y extensos. Pero la conclusión es la misma. Sin organización no es posible hacer nada relevante en ningún aspecto. Se puede echar desmadre pero nada más. Eso no le sirve a nadie. Es necesario caminar con referencias y estrategia, expresadas por un Programa y un Plan de Acción, en una organización estructurada, entrelazada y solidaria en todo el territorio nacional y con una dirección política de clase.

Negar a la lucha de clases es propio de la burguesía, la misma que no obstante necesita cotidianamente de su contrario histórico. Pero esa sociedad no es de los trabajadores y su ideología tampoco. La conciencia obrera está enajenada pero eso no es definitivo. Quien dice que la lucha de clases no existe se alinea con los filósofos posmodernistas del imperio, para los cuales, la historia terminó, triunfó el capitalismo.

Pero la lucha de clases no se puede borrar solo por el capricho de alguien. La lucha de clases está presente todos los días porque la fuerza natural, representada por la fuerza del trabajo, y la fuerza social, representada por el capital, allí están y entrambas hay una lucha diaria. La lucha de clases es de escala planetaria y afecta a todos los rincones, en la medida que, desde la conquista de América, el capitalismo se generalizó.

Por ello, el FTE propone enmarcar nuestra lucha en el terreno de la lucha de clases que no implica solo a obreros y patrones aisladamente sino a toda la sociedad burguesa.

El Programa es importante porque define las referencias, indica ¿Porqué luchamos?, expresa las banderas del momento y del mediato plazo. La organización es el medio para llevar adelante el programa. Y, necesitamos una organización política de clase, también la reorganización del movimiento obrero y la integración de la lucha social. Esto se complementa con otras tareas políticas, entre otras, el estudio del marxismo-leninismo, el desarrollo de la conciencia de clase, la dinámica social y la práctica de la solidaridad.

En materia energética postulamos la lucha por la nacionalización de la industria petrolera, eléctrica, petroquímica y de las telecomunicaciones. Esta no es solo una consigna sino un proyecto a llevar adelante con base en las cinco banderas definidas por el FTE y la Política Energética Independiente. Se incluye la propiedad colectiva de los medios de producción y recursos naturales, el aprovechamiento racional y diversificado de estos, la integración de los procesos de trabajo y el control obrero de la producción e investigación.

Esta nacionalización se hará más pronto en la medida en que nos organicemos debidamente y en medio de una amplia movilización. Volveremos a integrar a la industria energética nacionalizada y a orientarla con criterios nacionales.

Hoy, 22 de diciembre de 2014, en su 14 aniversario el FTE reitera su Programa Obrero (v.2010), su Política Energética Independiente, sus principios de clase y su estrategia política.

Con esta oportunidad volvemos a llamar a los trabajadores concientes del sector energía (petróleo, petroquímica, gas, electricidad, nuclear, agua, ingeniería y ciencia) a comprometerse e integrarse en plan de lucha combativa, organizada y conciente con su Frente. También, reiteramos nuestra solidaridad política y militante con las luchas sociales nacionales e internacionales.


Ref: 2014, elektron 14 (312) 1-3, 22 diciembre 2014, FTE de México.



El FTE en lucha por la re-nacionalización de la industria energética. FOTO: FTE





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