Volumen 14, Número 295, noviembre 15 de 2014
 


Rabia y provocación



En Chilpancingo, Guerrero, los estudiantes normalistas volvieron a prender fuego a instalaciones y vehículos del Palacio de gobierno, luego de apedrearlo masivamente. En la ciudad de México una pequeña marcha en el Zócalo terminó con el incendio de una puerta de Palacio nacional. Hay 18 detenidos. ¿Quién acordó convocar a esta marcha, quién decidió quemar la puerta de Palacio? Peña Nieto condenó la violencia cuando él mismo la auspició en Iguala y la encubrió más de un mes.



Marcha de los normalistas de Ayotzinapa en Chilpancingo FOTO: Cazaimagen


Desahogarse es bueno pero no basta

La televisión privada siempre está ansiosa de que haya borlote, de hecho una nube de camarógrafos siempre sigue a los encapuchados en espera de captar las imágenes. Si hay escándalo, mejor. Los incendios son sus tomas preferidas, sobre todo si hacen mucho humo, también si hay vidrios rotos y saqueos. Después, las repiten una y otra vez, creando la percepción en el auditorio de que hubo violencia y que los violentos son los manifestantes. Los objetivos de la marcha pasan a un segundo o tercer plano.

¿Quién fue? Generalmente, no se sabe. Esta vez la prensa dijo que en Chilpancingo fueron los normalistas de Ayotzinapa. Pero, en la ciudad de México, no se sabe, quedando justificadas dudas sobre la acción unilateral de los encapuchados. Los detenidos podrían ser o no los responsables de la operación. Lo único cierto es que, con la apariencia de la rabia, desvirtuaron la propuesta, misma que también fue decidida unilateralmente y al margen del movimiento.

Que hay enojo, rabia, no hay duda. Pero habría que preguntarse si perdiendo la cabeza y solo por desahogarse cualquiera debe tomar acciones no decididas colectivamente. En un movimiento desestructurado es muy fácil que haya el terreno propicio para que la infiltración y provocación policíaca prosperen, apartando al movimiento de sus objetivos y llamando a la represión del Estado.

Es previsible que en marchas desorganizadas, como la ocurrida en la capital del país, acudan muchos policías disfrazados de civiles, generalmente de la policía política, encargada de las detenciones indiscriminadas. Aún si la acción hubiere sido por los anarquistas que reivindica Marcos, su acción no ayuda al movimiento sino a la inversa, por muy espectaculares que sean.

Hay experiencias previas, la violencia desorganizada vacuna a cualquiera y, en lo sucesivo, a las marchas asisten cada vez menos. Claro que el momento amerita el coraje pero no basta pensar en el presente, hay que cuidar el futuro del movimiento que no ha concluido.

Ira en Chilpancingo

Al grito de “¡asesinos!”, más de 600 integrantes de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México, apoyados por la Coordinadora de Egresados en Defensa de Ayotzinapa, apedrearon la fachada del palacio de gobierno y volcaron y prendieron fuego a unos 20 vehículos oficiales, 10 de los cuales quedaron calcinados (Ocampo S., en La Jornada, p.2, 9 noviembre 2014).

Molestos por el informe del titular de la Procuraduría General de la República, Jesús Murillo Karam, quien el viernes prácticamente dio por muertos a los 43 estudiantes desaparecidos, y ante la falta de resultados en la búsqueda, los manifestantes realizan diversos actos de protesta. Cabe destacar que el pasado 13 de octubre también incendiaron la sede del gobierno estatal en esta ciudad.

Los contingentes llegaron al edificio alrededor de las 17:30 horas en unos 15 camiones y tres camionetas. Iban con el rostro cubierto y portando piedras y palos. De inmediato colocaron varios vehículos de empresas privadas y una patrulla de la Policía Federal que tenían en su poder en dos de los accesos del palacio. Luego los incendiaron con bombas molotov.

En el patio interior del inmueble volcaron autos y camionetas del gobierno estatal; a algunos les prendieron fuego. Al mismo tiempo, otros contingentes rompieron los vidrios de al menos seis edificios oficiales que rodean el palacio de gobierno. Unos 20 policías pretendieron hacer frente a los estudiantes y egresados normalistas, pero al verse en minoría se echaron a correr.

El acuerdo de acudir al palacio de gobierno fue tomado por los estudiantes de la normal de Ayotzinapa apoyados por los padres de familia, quienes están molestos tanto con el gobierno federal como con el gobernador interino Rogelio Ortega Martínez por la falta de resultados en las investigaciones para ubicar a los normalistas desaparecidos.

Después de las 18:15 horas, uno de los camiones en que se transportaron los estudiantes y egresados de la normal de Ayotzinapa tocó el claxon. Era la señal de que la actividad de la tarde del sábado había terminado.

De inmediato abordaron los autobuses y regresaron a Ayotzinapa, donde advirtieron que este domingo actuarían de nuevo, sin decir dónde. “Esto apenas empieza; tenemos que escuchar a nuestros (43) compañeros”, dijo un estudiante con el rostro cubierto por una playera roja.

Por la mañana, en Acapulco, representantes de las organizaciones que integran el Movimiento Popular Guerrerense (MPG) acordaron impulsar la desaparición de las funciones del cabildo y de poderes en Guerrero, así como la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto y su gabinete, además de castigo a los responsables de lo ocurrido en Iguala el 26 de septiembre contra los normalistas de Ayotzinapa.

El MPG acordó impulsar la desaparición de poderes en los tres niveles de gobierno y propuso crear comités ciudadanos municipales y consejos populares para gobernar desde las colonias, barrios y comunidades de los 81 municipios de la entidad.

Alrededor de las 12 horas, unos 30 estudiantes de la Escuela Superior de Educación Física de Acapulco tomaron la caseta La Venta, donde pidieron cooperación a los automovilistas. En el módulo y en el piso permanecen los rastros de las ocho cámaras de vigilancia destruidas por normalistas el pasado jueves, así como otros artefactos y señalamientos.

En este contexto, alumnos del turno sabatino de la Unidad Pedagógica Nacional, ubicada en Ciudad Renacimiento, montaron un salón de clases donde instalaron 43 pupitres vacíos, en cada uno de los cuales colocaron la fotografía de un estudiante desaparecido.

Minoría en el Zócalo capitalino

Cientos de ciudadanos expresaron su “enojo” por la versión que dio ayer el gobierno federal, a través del titular de la Procuraduría General de la República (PGR), Jesús Murillo Karam, respecto a que los 43 normalistas desaparecidos habrían sido ejecutados y sus cuerpos posteriormente calcinados y arrojados al río San Juan (Gómez C., en La Jornada, p.5, 9 noviembre 204).

En una protesta convocada en redes sociales para ayer por la tarde en la plancha del Zócalo capitalino acudieron jóvenes, niños y familias completas, quienes exigieron al presidente Enrique Peña Nieto suspender su viaje a Australia y China y “enfrentar su responsabilidad en México”.

Luego de caminar en círculos alrededor del asta bandera y arrojarse al suelo por un minuto, contar del uno hasta el 43 con el colofón “¡Justicia!”, los ciudadanos insistieron en que lo ocurrido en Iguala no debe repetirse jamás.

Las pancartas expresaron la “rabia” y “hartazgo” por la violencia en México, en especial por la que se ha ejercido en contra de estudiantes.

Provocación en Palacio

La marcha de la PGR al Zócalo, convocada en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos, terminó alrededor de la medianoche con la quema parcial de la puerta principal del Palacio Nacional (Camacho F., en La Jornada, p.6, 9 noviembre 2014).

Dicho episodio dejó al menos dos personas heridas y una cantidad todavía indeterminada de detenidos, luego de que policías cargaron contra los manifestantes que durante varias horas habían expresado su repudio al informe de la PGR que sugiere que los estudiantes habrían sido asesinados y quemados.

La marcha partió alrededor de las 20:35 horas de las inmediaciones de la PGR y transcurrió con normalidad hasta su llegada al Zócalo capitalino. En la caminata participaron unas 15 mil personas.

Durante la marcha se percibió una atmósfera de indignación y tristeza, pero también de ánimo de participación por parte de la gente que coreó consignas como “¡Fue el Estado!”, “¡Fuera Peña!” y “¡Vivos se los llevaron vivos los queremos!”

Sin embargo, poco después de que la vanguardia de la marcha llegó a la Plaza de la Constitución, un grupo de personas comenzó a tirar las vallas metálicas que resguardan el perímetro de Palacio Nacional y a increpar a un grupo de guardias que estaba apostado en la puerta principal del recinto.

Antes de que surgiera la propuesta de quemar la puerta, un grupo de activistas había dado lectura a un comunicado en que externaban su hartazgo por “la impunidad y la corrupción” que predomina en el país, y exigió, en alusión a partidos políticos y el gobierno, “que se vayan todos”.

Cuando comenzó a reunirse más gente en dicho sitio algunos de los inconformes empezaron a cargar las vallas metálicas y a golpear con ellas la puerta principal de Palacio Nacional. En ese momento muchos otros manifestantes se unieron a la acción y comenzaron a golpear el portón durante una hora, utilizando como ariete las barreras metálicas.

Quienes participaron en dicha acción lograron abrir un boquete en la puerta y arrojaron gasolina que después prendieron con un encendedor, pero desde el interior del palacio salieron chorros de agua y de extinguidores que apagaron de inmediato el incendio.

Los inconformes se reagruparon y comenzaron a lanzarles piedras, lo cual propició un intercambio de proyectiles entre la policía y los participantes de la marcha: esto duró varios minutos.

Entre el intento de la policía por aprehender a los manifestantes y la reacción de estos para evitar ser detenidos hubo confusión. Algunos inconformes llamaban a la gente a replegarse, en medio de gritos de “¡no a la violencia!”, mientras otros los azuzaban para seguir en el lugar, pues afirmaban que “la violencia real es del Estado”.

Rechazo a Estado y partidos

Caminaron 175 kilómetros por municipios “calientes” de Guerrero y Morelos. A su paso se toparon con el miedo. “La gente no sabe a quién dirigirse y nos lanzaban la pregunta: ¿En manos de quiénes estamos si no pudieron detener las atrocidades contra los muchachos de Ayotzinapa?” (Herrera C., en La Jornada, p.8, 9 noviembre 2014).

Ya es de noche y la gente hace fila para comer. Tras siete días arribarán al Zócalo con un llamado a no aceptar vivir en un narcoestado ni dominados por unos partidos “podridos”.

A la entrada dos jóvenes forman un círculo con fotografías de los 43 normalistas y los iluminan con velas en una pequeña ofrenda.

Al mediodía de este domingo 9 de noviembre la caravana arribó al Zócalo de la ciudad de México. En el lugar los padres de familia y acompañantes de los normalistas hicieron un mitin. “El actual Estado no funciona”, expresaron. “No nos obliguen a utilizar la violencia”, agregaron.

Demandan renuncia de Peña

Miles de personas se movilizaron en al menos seis estados para exigir la renuncia del presidente Enrique Peña Nieto ante la evidencia de que lo que ocurre en el país ha superado su capacidad de respuesta y soluciones (en La Jornada, p.9, 9 noviembre 2014).

En una de las manifestaciones, cientos de personas marcharon de la Escuela Normal de Jalisco a las oficinas estatales de la PGR para exigir la presentación con vida de los 43 normalistas de Ayotzinapa. En la Universidad Autónoma de Baja California escribieron “Fue el Estado, ¡Fuera Peña!”, mientras en Chiapas 50 investigadores se refirieron a la incapacidad del Presidente para ocupar el cargo.

Alumnos de la Escuela Normal Superior Federal de Oaxaca retuvieron dos unidades del transporte urbano y utilizaron varios vehículos propios para realizar una caravana por la ciudad capital e hicieron cinco bloqueos.

En Texcoco, estado de México, profesores de escuelas públicas de la zona, junto con integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) de Atenco, rechazaron la versión de la PGR de que los jóvenes habrían sido asesinados por el crimen organizado. Participaron maestros de escuelas de Chimalhuacán, La Paz, Chicoloapan y Nezahualcóyotl, así como líderes de organizaciones sociales de esta región que se oponen a la construcción de un aeropuerto en terrenos de Texcoco.

En Querétaro, ante la exigencia de estudiantes, profesores y ciudadanos, diputados integrantes de la Comisión de Seguridad Pública y Protección Civil aprobaron exhortar al gobierno federal y a la PGR a que aclaren lo suscitado en Iguala.

Por otro lado, en Coatzacoalcos, Veracruz, integrantes del Movimiento Magisterial Popular Veracruzano, de la Unión General de Obreros y Campesinos, así como estudiantes, realizaron un plantón y bloqueo en uno de los accesos al puerto.

Con el mensaje de “Fue el Estado, fuera Peña”, integrantes de la Universidad Autónoma de Baja California colocaron una manta en un puente.

Más de 50 investigadores y empleados de El Colegio de la Frontera Sur en Chiapas pidieron al presidente Peña Nieto que “si no puede ser garante de un estado de derecho donde impere la justicia, que renuncie”. Dijeron que “Ayotzinapa concentra la barbarie del Estado mexicano: desde los periodistas desaparecidos o ejecutados por tomar la palabra hasta los encarcelados injustamente por defender sus territorios, sus bosques y sus ríos, así como los campesinos, trabajadores y estudiantes que hoy están presos por querer un país honesto y trabajador, crítico y pacífico, y por los presos políticos o de conciencia”.

En una carta pública manifestaron que no es con la licencia del ex gobernador Ángel Aguirre ni con la aprehensión de la llamada “pareja imperial” de Iguala (el ex alcalde José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda), como se encontrará la solución, y advirtieron que “no descansaremos hasta saber cómo, por qué y quiénes están detrás” de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, y “no claudicaremos hasta que aparezcan con vida”.

Replantear el movimiento

Lo mejor que debe hacerse en el momento es reunirse y hacer una evaluación colectiva. En la reunión interuniversitaria de ayer en la Escuela Normal de Maestros, los estudiantes de Ayotzinapa propusieron formalmente avanzar hacia la construcción de una Coordinación Nacional Estudiantil. La propuesta es correcta y habría que recorrer el país para promoverla, al tiempo que se fortalece la solidaridad.

Hay que evitar acciones unilaterales como la de la ciudad de México. ¿Quiénes convocan por las redes sociales, quiénes son, con qué autorización lo hicieron, qué representatividad tienen? Son acciones voluntaristas que eluden toda responsabilidad. Por muy buena fe con que se actúe, no ayudan al movimiento.

Lo que más se necesita es la respuesta organizada. Esto rebasa lo inmediato pero, aún en medio del dolor y la indignación, es preciso mantener presentes y claros los objetivos.

Por ejemplo, ¡Fuera Peña! es una propuesta correcta pero para concretarla y hacerla posible se requiere una organización que no tenemos y, ante todo, hace falta estrategia política. O, como en Guerrero, ¿sería correcto que Peña fuese sustituido por otro igual o peor?

Tratar de cambiar al país requiere de organización social, cualesquiera sea la vía para lograrlo. Eso no se hace con espontaneísmo. En el gobierno de Peña hay crisis, y cada vez será peor, pero el Estado está intacto apoyado por legisladores, ministros y partidos, así como ejército, marina y policías, asociados con el crimen. Este Estado no sirve al pueblo pero cambiarlo no es automático.


Ref: 2014, elektron 14 (269) 1-6, 9 noviembre 2014, FTE de México.



Incendio en el Palacio de Gobierno de Chilpancingo FOTO: A. Cano



Incendio en una puerta de Palacio Nacional FOTO: Cuba Debate



Caravana de padres #43x43 en Tlalpan FOTO: M.L. Severiano



Mitin en el Zócalo de la ciudad de México, 9 noviembre 2014
FOTO: Cazaimagen





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