Volumen 14, Número 278, 30 enero de 2014
 


No es Afganistán es Apatzingán



En Michoacán hay una guerra no declarada. Tras años de seria descomposición social y política, el crimen se extendió por la Tierra caliente. Ahora el gobierno federal, apoyado por amplio despliegue militar y policíaco, ocupa territorialmente a ese estado. Se pretende desarmar a los grupos de autodefensa. Apatzingán es escenario de guerra. Los criminales siguen sueltos.


¿Juegos de guerra?

Una noche el cura del pueblo mandó tocar las campanas de la iglesia. Es que nos van a bombardear, le dijo al sacristán. No padrecito, no es a nosotros, van a bombardear a Afganistán pero aquí es Apatzingán.

En 2001 el chistecito sonó bien aquí no así en el Medio oriente. Empobrecidos, sin luz eléctrica, nunca vieron por la televisión que habían sido derribadas las Torres gemelas y que todos eran culpables. Sobre Afganistán se vino el bombardeo y sigue a la fecha en medio de fuerte resistencia. El imperialismo no ha podido vencer a la población.

Pero ahora no es chiste sino una terrible realidad. De Afganistán se habla poco, en cambio Apatzingán está de moda. Aquí, en el corazón de la Tierra caliente michoacana hay un verdadero estado de guerra.

¿O, qué es ese despliegue militar y policíaco que recorre decenas de municipios, carreteras y poblados con apoyo aéreo basado no en Euruapan sino en Uruapan? Michoacán es un estado ocupado por el gobierno federal, el gobierno local es nominal pies ni el gobernador (PRI) ni el congreso gobiernan, menos los presidentes municipales, todos rebasados por el crimen organizado.

La intervención también es política. El gobierno nombró a un “comisionado” y Peňa Nieto quiere llevar cultura a Michoacán, según dijo al contestar las críticas fresas de Gutiérrez Vega quien pidió “diálogo” con el tirano, a lo que Peňa contestó que por supuesto.

Es una guerra

Aunque formalmente no cumple los requisitos para ser declarada como tal, lo que ocurre en Michoacán es una guerra, tomando en cuenta la capacidad de fuego y el número de efectivos de los bandos en conflicto, señaló Jorge Márquez, especialista en temas de seguridad (Camacho F., en La Jornada, p.9, 16 enero 2014).

“Ya se trata de una guerra porque son dos organizaciones (los grupos de autodefensa y' los Caballeros templarios) que se preparan sistemáticamente para atacarse, no es un enfrentamiento aislado. No importa que no sean ejércitos profesionales, porque tienen buenas armas y buen entrenamiento”, señaló.

El coordinador del Centro de Estudios sobre Gobernanza y Globalización de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Autónoma de México dijo que el hecho de que no haya una declaración formal de guerra no significa que la magnitud del choque sea menor.

En términos reales ya es una guerra, según los clásicos, incluidos Clausewitz, Sun Tzu o Maquiavelo, pero como algunas sutilezas formales no se cumplen el discurso oficial lo ha aprovechado para minimizar el caso”, advirtió. Márquez consideró que desenraizar el poder del crimen organizado en esa región será una labor muy compleja, pues construyeron durante muchos años una suerte de Estado paralelo que sustituyó de facto a las autoridades.

“En teoría política se dice que es un Estado embrión, porque ya tenía algunas características del verdadero Estado: el monopolio de la fuerza, un sistema de justicia y hasta de recaudación, pero no son autoridades democráticas ni hay división de poderes”.

Advirtió que el mayor número de efectivos y la superioridad del arsenal del Ejército provocarían la dispersión temporal de los criminales y la desmovilización de algunos miembros de las de autodefensas, pero con la amenaza de que el conflicto vuelva a estallar.

Narcopolítica

No hay crimen sin el apoyo del Estado. Durante aňos, con gobiernos del PRD, PAN y PRI, Michoacán se entregó al crimen organizado. Los criminales llegaron a ser candidatos a presidentes municipales y diputados por el PVEM, PRI y PAN, mantenían conversaciones políticas e, incluso, fueron recibidos en el Senado.

El deterioro fue tal que la población tomó la iniciativa de armarse para defenderse. Los grupos de autofedensa adquirieron capacidad para bloquear carreteras, tomar palacios municipales y ciudades enteras. Estos grupos, sin embargo, carecen de política. Son ciudadanos, dicen, y no están en desacuerdo con el gobierno ni con el ejército, más aún hasta agradecidos están.

El ejército y la policía le piden a las autodefensas que les digan dónde están los delincuentes, quiénes son, para detenerlos. El Estado finge que no sabe y pide que le hagan el trabajo. ¿Se ha detenido a alguien importante? ¿Están desarticulados los criminales? Nada se sabe. Pasan los días y el “parte de novedades” anunciado por la televisión se limita a entrevistar a parroquianos despistados, mostrar helicópteros caídos, y patrullajes de un lado a otro.

Lo grave es que Michoacán no es el único caso. ¿El mismo modelo militarizado será impuesto en otras partes del país? Peña Nieto y Videgaray comandan a la generación educada con Mickey Mouse que dice gobernar a México. Baste señalar que la desnacionalización energética traerá consigo al crimen en alta escala. ¿Cómo lo combatirá Peña? ¿Enviando comisionados o militares a las transnacionales a las que sirven?


Ref: 2014, elektron 14 (29) 1-3, 19 enero 2014, FTE de México.



Autodefensas en Apatzingán FOTO: Cazaimagen



Autodefensas en Antúnez FOTO: Ap



Autodefensas en Buenavista Tomatlán FOTO: Cazaimagen





Esta página es construida por trabajadores del sector energía. La información contenida puede citarse total o parcialmente, mencionando la fuente.