Volumen 14, Número 277, enero 7 de 2014
 


El asalto a la nación. 5. ¿Qué hacer?



Primero, debemos preguntarnos ¿qué nos dice el corazón? Si queremos luchar, ¿qué queremos hacer, a qué estamos dispuestos? ¿Solo a protestar, a echar relajo, ser diputados o a luchar en serio, organizadamente y con método? Dependiendo del ¿Por qué luchamos? es la respuesta. Ante la desnacionalización energética, México será un país invadido por transnacionales, con todas sus nefastas consecuencias. Enfrentar al imperialismo no es sencillo. Pero no debiera haber dudas. ¡O somos libres o serenos esclavos! La regresión histórica es lesiva a la nación, rescatar a esta significa revolucionarla.


Introducción

Somos un pueblo conquistado por la espada, la cruz y la mentira, hemos sido educados en la cultura de la derrota, nos persigue la maldición de Malinche. Cuando nos invadieron los españoles, los pueblos mesoamericanos del altiplano estaban divididos. Tepanecas, tlatelolcas, texcocanos y mexicas se dividieron antes de entrar en batalla. Luego, los mexicas fueron traicionados por totonacas, tlaxcaltecas y chalcas. Los conquistadores pronto fueron reconocidos por los purépechas y otros.

Con la reforma energética desnacionalizadora pasó algo parecido y, tal vez, peor por repetirse 500 años después.

Tenemos que empezar por quitarnos de encima tantos defectos atávicos. Mientras Peña Nieto y legisladores asaltaban a la nación, la mayoría de mexicanos estaban en sus casas como si nada pasara. En las calles se desbordó la afición hasta altas horas de la noche, esperando al campeón del futbol. Fuertes protestas se organizaron por el aumento de 2 pesos al boleto del metro; muchos se inconforman porque aumentó a 5 pesos, pero no dijeron ni dicen nada por la pérdida de miles de millones de dólares del petróleo mexicano que serán entregados a las transnacionales en tierra y mar. Siete millones de mexicanos, algunos de rodillas, acudieron a La Villa de Guadalupe el 12 de diciembre, mientras unos cuantos protestábamos contra la entrega del patrimonio energético de la nación. Este fue conquistado con la irrupción de las masas hoy ajenas.

Así no se puede defender nada. Nos hemos acobardado, sumisos ante el agresor, desclasados, carentes de ilusiones y valores, esperando a que milagrosamente gane la selección de futbol para entonar un himno que fue abolido por la propia indolencia del mexicano feo. ¿Con qué cara se volverá a cantar el himno nacional si ya no tiene significado alguno?

Tampoco podemos esperar a que “alguien” nos encabece (para crucificarlo) o nos diga “qué hacer?” y “¿cuándo?”. Todo esto debe terminar y no es opcional.

¿Qué queremos? Si solo se trata de protestar, esa es una opción y hay varios espacios que están con los partidos políticos electoreros, pequeña burguesía ilustrada y politiquillos. En este caso, se trata de manifestarse cuando se pueda y se quiera, sin compromiso de nada, sin organización, ni principios ni estructura. Contestatarios es lo más a que se puede llegar, enviar cartas, tomarse la foto, ser diputados, salir en los medios o recibir premios. En suma, seguir simulando que se lucha y que, otra vez, “no se pudo”.

¿Se trata solo de echar relajo? Para eso hay varios colectivos que rechazan la lucha de clases, quieren el diversionismo, rinden culto al espontaneísmo y no se responsabilizan de nada, siendo funcionales al Estado, tomando a la lucha como una moda o terapia contra la ociosidad.

Finalmente, cada quien escoge sus propias contradicciones, ha dicho don Pablo. Muy bien. Pero si se quiere luchar de verdad, en serio, deben tomarse decisiones. El asunto es voluntario pero requiere compromiso, dedicación, aportaciones, honestidad, coherencia y congruencia. No se pide mucho sino apenas lo necesario.

La situación en México es muy grave y pronto se volverá demasiado grave.

¿Por dónde empezar?

La nación vive momentos aciagos. Con la desnacionalización energética estamos perdiendo la base económica de la nación. No todo queda allí, perdemos capacidad financiera, desarrollo social, autodeterminación, soberanía. En unos días más, asistiremos a un espectáculo bochornoso. Después de haber aprobado, sin ver ni leer, las reformas constitucionales que proclaman el derecho de propiedad privada sobre el patrimonio energético de la nación, la misma claque legislativa procederá en la cloaca a la repartición del botín, mediante ajustes grotescos a la legislación secundaria en materia petrolera y eléctrica.

No ha terminado la debacle pero el recuento de daños nos es altamente desfavorable. El saldo es incruento pero las pérdidas son enormes. En unos cuantos días, se ha dado marcha atrás en conquistas históricas que llevaron décadas en lograrse y que costaron, inicialmente, más de 1 millón de vidas durante la Revolución Mexicana de 1908-19.

La gran mayoría de la nación ha asistido, expectante y en silencio, a una de las mayores traiciones en la historia de México. Un pueblo otrora guerrero, insurgente y revolucionario, pareciera haber devenido en sumiso, agachado y apático. No es por razones naturales este cambio sino por motivos económicos, sociales y políticos.

Navegamos sin pies ni cabeza, esto es, con una conciencia enajenada, usurpada por el contrario, sin independencia y, por lo mismo, sin bandera y sin rumbo. La izquierda es políticamente inexistente. El movimiento obrero tampoco existe políticamente, el sindicalismo ha sido usurpado por el imperialismo y lo que hoy existe es solo un remedo de sindicalismo charro. La resistencia social está fragmentada y, además, pulverizada.

En consecuencia, la nación está indefensa ante el imperio. Por el contrario, la ofensiva burguesa es incontenible. En México se trata de favorecer el desarrollo capitalista a ultranza, desarticulando las conquistas previas y estimulando una economía de la miseria y, a la vez, de necesidades superfluas.

Resistencia existe, la ha habido desde hace siglos, pero nadie estamos en condiciones de enfrentar solos al capital. Los recientes acontecimientos muestran el nivel de las fuerzas opositoras y sus limitaciones. La política se comprueba en los hechos y estos muestran un panorama desolador y decadente.

Ante esto hay diversas opciones. Una es dejar que las cosas sigan como están y sobre llevar la degradación hasta el oprobio. Otra es protestar, al nivel de las posibilidades y sostener una resistencia incierta. Una más es luchar, organizadamente y con método en el terreno de la lucha de clases.

Cada quien está en el derecho y libertad de escoger el camino a seguir.

Proyecto independiente

La clase obrera, y en otro nivel el pueblo en su conjunto, es fuerte por su número, pero este es nada si no está unido por la organización y guiado por el saber. Esta enseñanza implica que la unidad no puede ser declarativa sino orgánica y la lucha debe ser concientemente dirigida, expresada en el programa y la estrategia política.

¿Qué propone el FTE?

Un proyecto independiente, así llamado por estar basado en la independencia de clase. Esta independencia es respecto de la patronal, el imperialismo, el Estado, el gobierno y sus partidos políticos. Este proyecto es antimperialista por contraponerse al imperialismo hoy dominante.

Este proyecto consiste en la organización de la lucha social, debidamente estructurada y programática. La organización social con dinámica propia es necesaria para cualquier lucha y es lo que no existe. Sin organización social no se puede ganar ninguna elección, ni se puede gobernar de veras, tampoco transformar nada y menos enfrentar con éxito al imperialismo.

La organización es un importante medio para llevar adelante el programa y los objetivos históricos. De eso carece la resistencia nacional.
Hay organizaciones pero no organización. Un día aparece un membrete, mientras más largo es el nombre mejor, al otro día desaparece. Todo es improvisación y derrota.

La organización que necesitamos es otra, y en varias dimensiones: política, obrera y social.

Tareas políticas

Los siguientes son los aspectos más relevantes de las tareas políticas que proponemos.

1. Formular el programa

El programa es la referencia política principal, expresa las banderas, los objetivos, el ¿por qué luchamos?

Necesitamos un programa unificado que resuma las principales aspiraciones y demandas de los mexicanos. Este programa es de transición y debe ser evaluado periódicamente. Cada sector puede tener sus propias reivindicaciones pero el programa debe contener a todas, sin que se vuelva una lista interminable y confusa. El programa debe integrar las demandas y hacerlas de carácter general aplicables en todo el territorio nacional.

El FTE hace tiempo puso a discusión el Programa Obrero de México, mismo que hoy ratificamos en su versión 2010 en revisión.

La lucha de la nación mexicana se inscribe en la lucha por la independencia de México y la construcción de una sociedad solidaria.

2. Construir organización social

Si la resistencia está fragmentada la tarea es articularla. Eso no lo puede hacer nadie en particular, debemos hacerlo colectivamente, con base en un proyecto de clase.

La organización implica tres vertientes fundamentales, a saber, la política, la obrera y la social.

En el primer caso, se trata de integrar a los mexicanos (as) más concientes en una organización política. Eso significa constituirnos políticamente, a partir del programa, principios y objetivos de lucha. El FTE propone construir al Frente Socialista de México (FSM).

La base central de la resistencia requiere ser la de los trabajadores, hoy dispersos en miles de sindicatos y sindicatitos, centrales y centralitas. Necesitamos la reorganización del movimiento en base a sindicatos nacionales de industria. En esta perspectiva, el FTE propone construir el Frente de Trabajadores de México (FTM), estructurado en todo el país por ramas de actividad económica.

Todas las organizaciones sociales podrán ser partícipes del proyecto independiente, integradas en el Frente Antimperialista de México (FAM). No es necesario que las actuales organizaciones desaparezcan pero si es conveniente que se transformen. La condición es que todos los mexicanos (as) participantes lo hagan siendo parte de una organización no a título individual.

En todos los casos, la organización requiere estar estructurada territorialmente a nivel nacional, y entrelazada, que significa responder orgánicamente en todas partes.

3. Desarrollar la conciencia

Los métodos atrasados de trabajo político deben ser desechados. Hoy se necesita de hombres y mujeres capaces de asumir los procesos de manera independiente, crítica y libre. Esto supone un importante nivel de conciencia que debe desarrollarse sistemáticamente.

La formación y educación política es una necesidad y una obligación. La lucha en el espacio del saber es fundamental, no solo en el ámbito de las ideas sino de las propuestas alternativas.

4. Asumir dinámica social

El proyecto independiente es de fase activa y constructiva. Eso implica que debe tener dinámica y llevar a la práctica las propuestas. En cada lugar debe asumirse dinámica propia. Esta se llevará a cabo a través de consejos, a nivel local, regional y nacional.

Se proponen 13 consejos regionales: Baja California (B.C. Norte, B.C. Sur), Noroeste (Sonora, Sinaloa), Norte (Chihuahua, Durango, Coahuila), Noreste (Nuevo León, Tamaulipas), Occidente (Jalisco, Colima, Nayarit), Centro Norte (Zacatecas, Aguascalientes), Centro (Guanajuato, San Luis Potosí, Michoacán, Querétaro), Valle de México (Edomex, Hidalgo), Metropolitano (D.F.), Oriente (Veracruz, Puebla, Tlaxcala), Sur (Guerreo, Oaxaca), Sureste (Chiapas, Tabasco, Campeche), Peninsular (Yucatán, Quintana Roo).

Los consejos regionales estarán formados por los consejos locales e integrarán al consejo nacional.

El FTE propone la organización de Jornadas Nacionales por la Independencia de México a realizarse simultáneamente en el país los sábados próximos a los días 18 de marzo, 1 de mayo, 15 de septiembre, 27 de septiembre y 20 de noviembre.

5. Practicar la solidaridad

La solidaridad que proponemos es política, ejercida entre nosotros mismos y con los demás para concretar el programa. Un capítulo especial es el frente internacional para promover la solidaridad allende las fronteras con la lucha de los trabajadores y pueblo de México.

Estrategia política

El proyecto independiente es necesario y pertinente para cualquier forma de lucha. Esta requiere una adecuada estrategia con su flexibilidad táctica, determinadas por los objetivos centrales y la marcha del proceso.

El FTE propone desarrollar todas las formas de lucha al alcance, debidamente coordinadas y colectivamente acordadas, expresadas en la insurgencia obrera y popular. Las acciones espontaneístas y unilaterales nos son ajenas. La característica del proyecto independiente es su independencia de clase.

El objetivo principal es lograr la independencia de México. El objetivo específico es la re-nacionalización energética y de todos los recursos naturales y espectro radioeléctrico, con base en la Política Energética Independiente.

Para lograrlo, el FTE propone desarrollar la organización y arraigarla en todo el país para asumir la dualidad de poderes a todos los niveles.

Una de las acciones culminantes, a preparar desde ahora, es la Huelga de Todo el Pueblo, a realizar en todo el territorio nacional y allende las fronteras en el momento apropiado.

Conclusiones

Este proyecto independiente está a la discusión de los demás. Si hay una propuesta mejor la suscribiremos con entusiasmo. La presente no es la versión final sino apenas la inicial, a partir de las experiencias previas y las necesidades atingentes del momento. ¡Mexicanos (as), Uníos!


Ref: 2014, elektron 14 (12) 1-4, 6 enero 2013, FTE de México.



El FTE de México en lucha por la re-nacionalización energética





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