Volumen 13, Número 276, diciembre 26 de 2013
 


Peña, desnacionalizador de Pemex y CFE



El tirano asesta golpe mortal a la nación. Es el regreso al pasado ominoso. La peor traición después de la invasión española de hace 500 años. Absurdamente se regala al capital extranjero el patrimonio energético colectivo. Las transnacionales serán las dueñas del petróleo mexicano. Arrasarán con las reservas probadas de hidrocarburos, acumularán capital y depredarán tierra, mar y aire. La “nación” será cosificada, más empobrecida, criminalizada y reprimida. En Palacio Nacional, grosero y arrogante Peña Nieto promulgó el asalto a la nación volviendo a reiterar las mismas mentiras.



La bandera de Peña, Videgaray y Beltrones


Prisa de traidores

“La reforma no privatiza”, dijo unas horas antes Osorio Chong, secretario de gobernación, y arremetió contra los “anclados en el pasado”. ¿Cómo que no privatiza? Con esa medida, se transfiere la propiedad de la nación de los hidrocarburos y demás energéticos a las transnacionales, así como las funciones constitucionales de todas las fases del proceso de trabajo, y la infraestructura industrial incluyendo activos actuales. Esa transferencia en la propiedad que, de ser nacional se volverá privada, aquí y en China es privatización.

Lo que Peña hace es algo peor porque tal transferencia de propiedad la hace gratuitamente, a cambio casi de nada, y sin necesidad. De allí el regocijo en los propios Estados Unidos. Obvio, es un regalazo, una atrocidad de Peña quien entrega lo que no es suyo.

Este 20 de diciembre en Palacio Nacional la élite de la contra revolución burguesa, empoderada por el dinero, se reunió para consumar la mayor traición a México. En el acto Peñita firmó la promulgación de la reforma constitucional que desnacionaliza a Pemex y a la CFE, y termina con la propia Constitución política del país. Esa misma tarde, fue publicada la reforma en el Diario Oficial.

Asesinos de la nación

Los efectos de la reforma no se verán de inmediato, repiten el PAN y banqueros extranjeros. Evidentemente, habrá un período de transición. Pero una vez que las transnacionales se posesionen del territorio, se percibirán los cambios y serán nefastos. No habrá ningún beneficio. Toda la propaganda de hoy es basura, no habrá reducciones en los precios del gas ni en las tarifas eléctricas, ni habrá empleo ni crecimiento económico; en cambio, habremos perdido el patrimonio y la soberanía nacional.

Celebración en Palacio

Días antes ya hubo fiesta en Los Pinos. Allí, Peña ofreció un banquete a los legisladores del PRI y partidos satélites. Ahora siguió el protocolo. “Los mexicanos han decidido superar mitos y tabúes”, dijo Peña y adelantó que a la brevedad serán presentadas las iniciativas de legislación secundaria.

“Comienza una nueva historia para nuestro país”, agregó. “Hemos abierto las puertas de un futuro mejor para todos”. “La reforma beneficiará los hogares, creará empleos y fortalecerá la soberanía nacional”, repitió.

Luego dijo que “es tiempo de que los recursos energéticos del país sean un factor real de crecimiento que se sienta y se note en la vida cotidiana de la oblación”.

Se refirió en seguida al “minucioso trabajo legislativo” que con “civilidad política” permitió la aprobación de la reforma regresiva.

“La energética es una de las reformas más trascendentes de las últimas cinco décadas”, expresó. “Mantiene y asegura al propiedad de la nación sobre Pemex, la CFE, los hidrocarburos y la renta petrolera”, dijo. “En adelante Pemex y CFE “serán empresas del Estado”, “el país tendrá energía a menor costo”, concluyó.

Sicarios de la política

Para Peña y compinches, las industrias petrolera y eléctrica nacionalizadas son solo “un mito”, un “tabú”. Entonces, invocando al fetiche neoliberal simplemente procedió a desnacionalizarlas. A eso le llama “civilidad política”, al haber actuado al margen y contra la nación. Al trabajo legislativo lo llamó “minucioso”, cuando deshigiénicamente impusieron un dictamen que mantuvieron secreto hasta el último momento previo a la votación.

Que Pemex y CFE sean “del Estado” no es ningún mérito porque (antes) eran industrias y nacionalizadas. Cierto es que “comienza una nueva historia”, luego de haber “matado” a la anterior. El hecho es incruento pero la nación fue agraviada como hace 500 años. No se abrió ninguna puerta para un futuro mejor, sino al pasado ominoso, mediante el entreguismo patológico a ultranza.

Los recursos energéticos eran el pilar del financiamiento del Estado en las últimas 7 décadas, ahora serán el pilar de la acumulación privada de capital extranjero.

La reforma energética NO es la más trascendente de todas sino la más lesiva, por terminar arteramente con el Pacto político de la nación. En unos cuantos días, Peña y partidos políticos rompieron la legalidad constitucional y la sustituyeron por otra al gusto de las transnacionales.

El más del millón de mexicanos (as) que murieron en la Revolución Mexicana no contó para los sicarios. Más aún, van a pretender aumentar esa cifra porque la otra cara de la moneda será la represión y el crimen, luego de haber concluido con la industria emblemática del nacionalismo mexicano.

Lo peor es que los criminales han procedido con impunidad ante la debilísima oposición. La mayoría de la nación viviente ha permitido el atraco sin siquiera haberse pronunciado.

Otro “Comenzar de nuevo”

A partir de hoy entran en vigor las reformas constitucionales; los artículos 27 y 28 son otros. El petróleo ya no es nuestro, la industria eléctrica tampoco. Hoy empieza el retroceso y, también, la desigual lucha para recuperar a la nación.

Este final es de ignominia. Para los mexicanos (as) concientes está planteado “otro Comenzar de nuevo”, al que llama el FTE, mediante la insurgencia obrera y popular, articulando programáticamente y con independencia de clase la resistencia contra el invasor extranjero y los traidores a México.


Ref: 2013, elektron 13 (496) 1-2, 21 diciembre 2013, FTE de México.





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