Volumen 13, Número 265, septiembre 27 de 2013
 


Prólogo

La energía es la base de la economía en cualquier parte del mundo. Las diversas actividades de la vida moderna no pueden realizarse sin energía. La energía es motivo de disputa por la vía de la guerra, cruenta e incruenta. En el primer caso, el imperialismo participa en guerras de invasión; en el segundo, se promueven reformas legaloides. En ambos casos, se trata de apoderarse de los recursos naturales energéticos, donde quiera que estén y como sea.

La defensa de la soberanía energética está, por tanto, en el primer punto de la agenda social de los pueblos y naciones. La soberanía es igual a Energía más Poder popular. Sin energía propia no existe soberanía y sin poder popular tampoco.

Para llevar a delante sus planes el imperialismo ha determinado un mecanismo que sigue a nivel mundial: desintegrar los procesos de trabajo energéticos. Esto es crucial. Originalmente, los procesos de trabajo fueron organizados por la humanidad para satisfacer necesidades humanas. El capital los desintegra porque sus objetivos son opuestos, se trata de lucrar con las necesidades humanas.

En esta contienda, entonces, es preciso definirse y la definición se hace con relación a la propiedad. El FTE de México sostiene la tesis, según la cual, la energía solo debe ser de propiedad colectiva jamás privada.

Los trabajadores mexicanos de la energía enarbolamos la Política Energética Independiente. Esta es una propuesta en materia petrolera, eléctrica e hídrica del FTE de México, basada en su programa obrero y en las tesis de la Tendencia Democrática del SUTERM.

En este trabajo se describen brevemente algunos antecedentes, la síntesis de la situación actual en el sector y diversas acciones de política energética. Se concluye señalando la importancia de la organización obrera y social para concretar las propuestas.



Central termoeléctrica de la industria eléctrica nacionalizada





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