Volumen 13, Número 256, julio 26 de 2013
 


¡Viva la Tendencia Democrática!



Hoy se cumplen 37 años de la represión político-militar a la Tendencia Democrática del SUTERM. Con ello se interrumpió violentamente la nacionalización eléctrica. En 1992 fue revertida mediante reformas legislativas regresivas. Hoy, el 52.23% de la generación eléctrica nacional está privatizada. La industria eléctrica nacionalizada está en acelerada destrucción. Pero las banderas obreras siguen vigentes.


Largo y difícil camino por la unidad

Este año se cumplieron 100 años de la primera vez que se realizó en México la marcha del 1º de mayo. Aquel 1913, en el contexto de la Revolución Mexicana y de una dictadura militar, el mérito fue haber realizado la marcha enarbolando la jornada de las 8 horas.

Entre los grandes momentos del siglo, el 1º de mayo de 1975 tuvo una importancia relevante. Los grandes antecedentes estuvieron en 1938, al calor de la expropiación petrolera, las grandes movilizaciones obreras y la lucha contra el fascismo. Luego, en 1952 cuando los electricistas de la FNTICE proclamaron ante la nación la lucha por la nacionalización de la industria eléctrica.

Después vendrían importantísimas Jornadas Nacionales por la Democracia Sindical, en 1971-72 y 1975-76, encabezadas por el STERM y la Tendencia Democrática del SUTERM, respectivamente. El 5 de abril de 1975, en Guadalajara, habíamos fundado a la Tendencia Democrática, en respuesta a la agresión sindical interna. Con ello, se reanudaron las grandes Jornadas nacionales que habíamos realizado con éxito años antes.

En la vez anterior, nuestro movimiento culminó con la fundación, el 20 de noviembre de 1972, del Sindicato Unido de Trabajadores Electricistas de la República Mexicana (SUTERM), mismo que surgió democrático, como sindicato nacional de industria, un contrato colectivo de trabajo (CCT) modelo que recogió las mejores conquistas anteriores y unos estatutos ejemplares que definieron la estructura del sindicato en 96 secciones con autonomía relativa en todo el país. El SME estuvo al margen, asistió solo como observador.

En 1973 realizamos el Primer Congreso Nacional Extraordinario del SUTERM con amplia mayoría democrática. En ese Congreso acordamos plantearle la unidad al SME bajo los siguientes puntos: 1. El sindicato unificado se llamaría SME, 2. El SME pasaría a ser el titular del CCT que habíamos logrado con la CFE a nivel nacional, 3. La afiliación a cualquier central sindical quedaría a la decisión del nuevo sindicato unificado, 4. Cualquier otra cuestión que implicase diferencia se resolvería mediante el voto directo, universal y secreto de los miembros del sindicato unificado.

En 1974, el Primer Congreso Nacional Ordinario reiteró al SME el llamado para integrarse y culminar la integración de la industria eléctrica nacionalizada.

El SME hizo caso omiso, simplemente no dijo nada, solo movían su cabecita, como de costumbre. El secretario general en turno seguía siendo Jorge Torres Ordóñez.

Así había pasado en 1959, cuando la Comisión Tripartita para la integración industrial, formada por el STERM, el sindicato nacional de electricistas (SNECRM) y la CFE, se amplió para volverse cuatripartita al invitar al SME. La tripartita había acordado a sustitución patronal en la CFE de los electricistas del STERM que, incluso, lograron la contratación colectiva. Las mismas condiciones se ofrecieron al SME. La respuesta: dijeron que sí, firmaron, se salieron y no volvieron, nunca explicaron nada. Ya era secretario general en turno el inefable Jorge Torres Ordóñez.

Más antes, cuando se anunció la nacionalización de 1960, los electricistas de la FNTICE sacaron las conclusiones correctas: 1. hacer la unidad sindical, 2. integrar a la industria eléctrica nacionalizada. El 27 de septiembre se presentó el decreto de nacionalización, el 8 de octubre en San Luis Potosí, 35 sindicatos de la FNTICE acordaron disolver a ésta y al día siguiente se constituyeron en un solo sindicato nacional de industria: el STERM. El 2 de abril anterior, se había realizado una asamblea general en el SME, a la que asistió Galván quien propuso la unidad sindical, la asamblea estuvo de acuerdo, cuando la unidad se hizo solo se apareció Luis Aguilar Palomino, secretario general en turno, sin facultades, sin ninguna decisión y solo en calidad de observador.

La gran marcha del 1 de mayo de 1975

Hacia 1975, la insurgencia obrera electricista estaba en su punto culminante. Recorríamos el país de costa a costa y de frontera a frontera. Los fines de semana eran muy activos para la movilización en las calles y plazas públicas. Los lunes estaban reservados para las asambleas generales. Durante la semana había que hacer preparativos para las acciones, reuniones sindicales y populares, elaboración e impresión de la prensa obrera y discusiones internas incluyendo las escuelas sindicales.

Durante varios años habíamos estado presentes en todos los centros de trabajo del SME. Muy temprano, diariamente, acudíamos en 100 brigadas a repartir volantes, periódicos y revistas de nuestro movimiento. Llevábamos información a los compañeros smeítas, organizábamos la discusión y, a veces, obteníamos cooperación en el boteo voluntario.

Al aproximarse el 1º de mayo acordamos entrar en relación con la Comisión Legislativa de Contrato del SME que sesionaba casi diariamente a tiempo completo. Algunos legisladores simpatizaban con la Tendencia y nos habían acompañado en Guadalajara. Se formuló un acuerdo: que la Legislativa invitara a marchar a la Tendencia en un mismo contingente para el 1º de mayo. La razón era obvia: en ese tiempo, el Congreso del Trabajo (CT) organizaba y controlaba la marcha, los charros eran los dueños del Zócalo, el SUTERM tenía solo un pequeño grupo en la capital, la mayoría estábamos en la provincia. El SME pertenecía al CT y tenía un lugar en la marcha.

De inmediato iniciamos los preparativos. En todas las secciones de la Tendencia Democrática se discutió en asambleas y se tomaron acuerdos unánimes: todos estaríamos en la capital en la marcha del 1º de mayo “con el hermano mayor”, como llamábamos al SME.

En avión, autobuses, vehículos nos movilizamos aquel 1º de mayo de 1975. Con uniformes de electricistas y con cascos se fueron llenando varias cuadras del Centro Histórico. “Unidad” fue la consigna más arraigada, “Congreso constituyente de unidad SME-SUTERM” fue otra de nuestras mantas.

Intercalados en contingentes marchamos los electricistas del SME y del SUTERM. Adelante la descubierta del comité central del SME y de la dirección nacional de la TD, con banderines y estandartes. Luego, en orden alfabético, un departamento del SME y una sección del SUTERM, empezando por Acapulco, Aguascalientes, Centro Nuclear de Salazar hasta Zacatecas.

¿Cuántos éramos? Miles, la mayoría en todo el país. Los tres sindicatos existentes teníamos en ese momento fuerzas numéricas similares. Pero, al calor del movimiento, la Tendencia había aumentado las fuerzas que tenía como STERM, el SNESCRM estaba en minoría. Entre la Tendencia y el SME rebasábamos las dos terceras partes.

El momento era muy emocionante. Nuestros gritos y consignas callaron a las bandas de música y de guerra que llevaron los charros, especialmente las Sonoras del sindicato de músicos que encabezaba Venus Rey en plataformas de trailer. “Este puño sí se ve” se coreó entre los electricistas de la TD. “duro, duro” decían los smeítas.

Al pasar por el balcón presidencial, todos gritábamos más y levantábamos el puño izquierdo. Eso no gustó a Echeverría que, de inmediato declaró a los medios que cubrían la transmisión en vivo: “Esos puños son fascistas”. El contingente nuestro era muy numeroso. Pronto le dimos respuesta, precisamente, abajo del balcón presidencial: “Este puño no es fascista es de lucha socialista”.

Nuestra fuerza era evidente, estábamos realizando en el sector la marcha unitaria más importante de la historia. Fue la primera vez y la última. Nunca volvimos a encontrarnos juntos, al contrario, nos volvimos a encontrar pero enfrentados por el gobierno.

La Huelga eléctrica nacional

Algunos dicen que Galván dijo que “no iba a haber huelga pero algunos se la creyeron”. ¡Falso! El movimiento no era solamente Galván ni éste dijo nunca lo que dicen que dijo. Galván manejaba correcta y tácticamente el movimiento, evaluando la relación política de fuerzas. Pero el sabía que la huelga era un hecho objetivo, que los trabajadores la querían y él mismo la promovió. Hubo un momento en que se hizo inevitable el emplazamiento, había que definir “de una vez por todas” el rumbo de la nación publicamos en la prensa nacional.

El problema es que la provocación interna prosperó y chantajeó a Galván precipitando el enfrentamiento con el Estado. Eso lo teníamos estudiado y previsto pero fue de tal manera violento que rebasó nuestras fuerzas.

La pre-huelga y la huelga la defendimos con todo, todo. Cuando estalló el movimiento, previsto para las 18 hs. del 16 de julio de 1976, hubo resistencia en los centros de trabajo. A punto estuvo de producirse una masacre, los electricistas de la TD enfrentamos al Ejército pero se impuso la cordura, acatando las instrucciones de la dirección nacional.

Cuatrocientos mil esquiroles apoyados por veinte mil soldados ocuparon todos los centros eléctricos y nucleares del país. Vinieron los problemas: cables que se votaron, líneas que se cayeron, calderas que se averiaron, interrupciones eléctricas, oficinas cerradas.

La movilización se intensificó. En el Valle de México acudimos con el “hermano mayor”. No decían nada, recibían el volante a regañadientes y se iban, todos parecían asustados, no les gustaba que fuéramos a verlos, el clima estaba enrarecido.

No era para menos, el comité central del SME estaba contra la Tendencia, la Legislativa prefirió callar y hacerse ojo de hormiga. El gobierno, en cambio, estaba muy activo. No había podido con nosotros, en el combate callejero con los golpeadores de la CTM, a los que vencimos en varias partes. Apoyado en sus cuerpos de inteligencia, el gobierno decidió quebrarnos desde adentro. Tenían el antecedente de 1972, cuando algunos provocadores pusieron en riesgo la unidad convenida entre el STERM y el SNESCRM.

Esta vez, el gobierno decidió que el propio SME se encargara del asunto. Muy de mañana salió del estacionamiento que estaba en la calle Antonio Caso, sede del SME. Torres Ordóñez iba solo al volante, tenía una cita muy importante. En la esquina de Río Ródano y Circuito Interior lo esperaban Víctor Manuel Carreto y José Aceves Pozos, secretarios generales de las secciones Puebla y Guadalajara, las más numerosas de la Tendencia. Ya sabían de qué se trataba.

Carreto subió adelante, atrás Aceves. Taimado como era, Torres Ordóñez fue al grano y así se hizo. En pleno movimiento de Huelga, Carreto y Aceves hicieron pública su defección a la Tendencia Democrática, reconocieron a Rodríguez Alcaine como secretario general del SUTERM y pasaron a integrarse al comité nacional, como secretario de gestión industrial y de relaciones obreras, respectivamente.

Al enterarnos, el golpe a las 100 brigadas en la capital y a los miles de electricistas en el interior del país fue impactante. A Carreto y Aceves los queríamos golpear. En sus secciones hubo protesta pero fue aniquilada muy pronto. Fue un golpe mortal. En medio de la tragedia, no acertábamos a creer que el propio SME nos había traicionado.

No fue el SME decían algunos, fue Torres Ordóñez. Muy bien, lo creímos de momento. Pero no había manera de calmar el llanto ni el coraje. Entonces decidimos acudir con el “hermano mayor”. Primero fuimos con los legisladores, sin encontrar a nadie y los que nos veían desde lejos pronto desaparecían cruzando la calle y haciéndose los perdidizos. ¡Burócratas!, decían unos, ¡charritos!, decían otros; pero ya verán con la base. Nos fuimos a los centros de trabajo. En unos, nos cerraron las puertas, en otros los trabajadores se escondieron, no querían salir. En el mejor de los casos, los que creíamos amigos, no querían ni hablarnos. Nos veían y se volteaban a otro lado, no nos conocían. Los que nos habían apoyado se metieron debajo de la cama y/o en la cantina, mientras arreciaba la campaña del aparato sindical contra ellos: “Galvanizados, tendenciosos, chilindrinos”, les decían entre risas. Todos callaron agachados.

Cuatro semanas estuvieron los electricistas fuera de sus centros de trabajo, seis los nucleares. Algunos fuimos despedidos de inmediato. En poco tiempo, todos los electricistas de la TD (20 mil) fueron reemplazados, entre humillaciones, jubilaciones anticipadas y sumisión a los charros.

¡En alto las banderas de la Tendencia Democrática!

En 1977-78 impedimos a privatización del Uranio, ese año fue disuelta la TD. En 1992, siendo Jorge Sánchez secretario general en turno del SME, mediante el Pacto de Necaxa, el sindicato avaló las reformas regresivas de Salinas de Gortari a la Ley eléctrica para revertir la nacionalización, iniciándose la privatización eléctrica furtiva que hoy llega al 52%.

Mucho se ha retrocedido pero las banderas de la Tendencia Democrática están más vigentes que nunca. Hoy son necesarias y, por necesarias, se harán en las nuevas condiciones; son las propuestas enarboladas por el FTE en su programa obrero.

¡Este puño sí se ve!


Ref: 2013, elektron 13 (196) 1-4, 16 julio 2013, FTE de México.



Marcha electricista del 1º de mayo de 1975 en la ciudad de México







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