Volumen 11, Número 204, diciembre 13 de 2011
 






D. Bahen *
FRENTE DE TRABAJADORES DE LA ENERGIA, de MEXICO
energia@fte-energia.org


En México estallaron varias revoluciones entre 1908 y 1919 en la más grande irrupción de masas, expresión de la lucha de clases, cien años después de la guerra insurgente de Independencia. Los magonistas habían propuesto la necesidad de una revolución armada. Madero llamó al levantamiento concluyendo sus acciones al pactar con Díaz el cambio de régimen gubernamental. Pero el campesinado mexicano, con su programa expresado en el Plan de Ayala y encabezado por el Ejército Libertador del Sur liderado por Emiliano Zapata, extendieron la lucha armada. Francisco Villa, con la División del Norte, logró los éxitos militares más importantes destruyendo al ejército de la dictadura. Los ejércitos de Villa y Zapata ocuparon la capital del país. Tenían derrotada a la burguesía terrateniente en el campo no así en la ciudad. Los trabajadores se aliaron al carrancismo. El ala derecha, encabezada por Carranza y Obregón, se apoderó del gobierno, reprimiendo a los obreros y asesinando a Zapata y a Villa. El movimiento fue violentamente interrumpido pero la Revolución NO ha terminado.


No fue una sino varias Revoluciones

En 1905, la llamada “paz porfiriana” se caracterizaba por la represión, la deportación de personas a las plantaciones del Sureste, la cárcel o la ley fuga. La dictadura gobernaba con las bayonetas. El desarrollo capitalista de la época implicaba la destrucción de los pueblos y las tierras comunales.

Las haciendas habían crecido devorando las tierras de los pueblos. Las huelgas estaban prohibidas; los sindicatos no existían. No obstante, ocurrieron huelgas ferrocarrileras, mineras y textiles [3]. Las luchas obreras fueron el preludio de la Revolución.

Ricardo Flores Magón había hecho de la prensa un arma de combate proclamando la necesidad de una revolución armada que expropiara a capitalistas y terratenientes [14, 15].

En 1906, mediante una Manifiesto a la nación, fue proclamado el programa del Partido Laboral Mexicano [11, 16]. En 1906 y 1908, en Coahuila, Chihuahua y Veracruz, los magonistas se levantaron en armas [17, 18]. Después, en 1911, tomarían Mexicali.

En 1910, Porfirio Díaz se hizo reelegir por enésima vez mediante un fraude electoral. Eso provocó protestas. Francisco I. Madero, un terrateniente norteño, llamó a un levantamiento armado para el 20 de noviembre. Pero, el asunto político de Madero era electoral limitado a un cambio de gobernantes.

El 5 de junio de 1910, Madero proclamó el Plan de San Luis [23]. En 1911, Villa y Orozco tomaron Ciudad Juárez, sin la anuencia de Madero. Luego, vinieron los Tratados de Ciudad Juárez [30]. De acuerdo a éstos, se limó al Plan todo el filo agrario. Madero negoció con Díaz. Este renunció. El 7 de junio de 1911, Madero entró a la ciudad de México. Para esta tendencia, ¡LA REVOLUCION HABIA TERMINADO!

En realidad, la Revolución apenas había comenzado. “¡Tierra!, grita la Revolución Mexicana” había escrito Flores Magón [13]. Pero Madero pronto olvidó sus promesas.

Zapata se levantó con la carabina en la mano, se acercó hasta donde estaba sentado Madero. Apuntó a la cadena de oro que éste exhibía en su chaleco. “Mire, señor Madero –dijo- si yo aprovechándome de que estoy armado le quito su reloj y me lo guardo, y andando el tiempo nos llegamos a encontrar, los dos armados con igual fuerza, ¿tendría derecho a exigirme su devolución?”. Sin duda, le dijo Madero; le pediría inclusive una indemnización. “Pues, eso justamente –terminó diciendo Zapata-, es lo que nos ha pasado en el estado de Morelos, en donde unos cuantos hacendados se han apoderado por la fuerza de las tierras de los pueblos. Mis soldados (los campesinos armados y los pueblos todos) me exigen diga a usted, con todo respeto, que desean se proceda desde luego a la restitución de sus tierras” [32].

Al grito de ¡Abajo haciendas y vivan pueblos!, Otilio Montaño y Zapata se sublevaron el 10 de marzo de 1911 en Villa de Ayala. Previamente lo había hecho Gabriel Tepepa. A fines de 1910 Genovevo de la O se había alzado con 25 hombres y un solo rifle [18].

El 29 de marzo de 1911, se formó el Ejército Libertador del Sur. En septiembre de ese año, todo Morelos estaba en armas. El 28 de noviembre de 1911, Zapata dio a conocer el Plan de Ayala [2]. Con éste, el movimiento revolucionario adquirió independencia política, precisamente, a través de un programa.

El Plan de Ayala

“Patria mexicana:”, empezaba diciendo el Plan de Ayala. Al principio se hacía una introducción explicando la defección de Madero.

En el artículo 2 se indicaba que se desconocía a Madero por haber traicionado al pueblo. En el artículo 3 se reconocería a Zapata como jefe de la Revolución.

En el artículo 5 se decía que la Junta Revolucionaria no admitiría transacciones ni componendas políticas.

De gran relevancia es el artículo 6, el cual indicaba que los pueblos entrarían desde luego en posesión de las tierras y las aguas ... manteniendo la posesión con las armas en la mano.

De acuerdo al artículo 7 se expropiarían los monopolios agrícolas e industriales.

El artículo 8 indicaba que se nacionalizarían los bienes de hacendados, científicos y caciques.

En el artículo 12 se establecía que la Revolución triunfante nombraría a un presidente interino que convocaría a elecciones.

En el artículo 15 se decía: “levantamos las armas contra Madero por traidor. Somos partidarios de los principios y no de las personas”.

Los zapatistas terminaban diciendo: “Pueblo mexicano, apoyad con las armas en al mano este Plan”.

“Esos que no tengan miedo, que pasen a firmar!”, dijo el Jefe. [24]. Firmaron Emiliano Zapata, Eufemio Zapata y varios otros más.

Zapata escribió a Magaña: “Yo como no soy político no entiendo de esos triunfos a medias; de esos triunfos en que los derrotados ganan; de esos triunfos en que, como en mi caso se me ofrece, se me exige, dizque después de que triunfe la Revolución, salga no solo de mi estado sino también de mi patria”.

“Yo estoy resuelto a luchar contra todo y contra todos sin más baluarte que la confianza, el cariño y el apoyo de mi pueblo. Así hágalo saber a todos que a Emiliano Zapata no se le compra con oro” [28, 33].

El 1º. de mayo de 1913

En 1912, se fundó en la capital la Casa del Obrero, como un centro de reunión, “sin estatutos, ni estructura ni declaración de principios” [4]. Entre los fundadores estuvieron Rosendo Salazar y Octavio Johan, quien al parecer había combatido en la Comuna de Paris [18].

En 1913, Victoriano Huerta dio un golpe de estado sangriento contra Madero. Este fue asesinado y “el chacal” se proclamó presidente. El golpe se produjo con el auspicio directo de la embajada norteamericana, sin oposición obrera y en medio de mucha confusión política en la ciudad. Sin embargo, la respuesta en el campo fue decidida. La guerra campesina se extendió por todo el país.

Enarbolando el Plan de Guadalupe [5], el 26 de marzo de 1913, Carranza -otro terrateniente norteño- desconoció a Huerta y se proclamó asimismo como presidente. Francisco J. Múgica había planteado ciertas demandas obreras para incorporar al Plan; Carranza se opuso.

En plena dictadura, se realizó en México por primera vez, una manifestación con motivo del 1º. de mayo [27]. No fue uno sino varios los actos que se realizaron. Huerta que había accedido antes, en negociación con la Casa, procedió a la represión. A Serapio Rendón, que había sido orador en el mitin del Hemiciclo a Juárez, la dictadura lo encarceló.

La División del Norte

Villa desarrollaba importantes acciones armadas en el norte del país [20]. El 29 de septiembre de 1913, su ejército fue reconocido por Carranza como División del Norte. Pero, la División no tenía nada de carrancista porque era un ejército de los campesinos y los pobres. Dos días después, Villa con sus tropas tomó Torreón. Con esa acción quedó demostrado que, ¡el ejército burgués NO es invencible. “Un ejército campesino, dirigido por un general campesino, puede vencerlo” [18].

Después Villa trató de tomar Chihuahua. No fue posible de momento. Por telégrafo, Villa hizo saber a Ciudad Juárez que un tren había sido interceptado. A éste le dieron instrucciones de regresar y así lo hizo. En las siguientes estaciones se reiteraron esas órdenes. Cuando el tren llegó, desembarcaron las tropas de Villa tomando por sorpresa a Ciudad Juárez [26].

El 23 de junio de 1914 las tropas villistas, dirigidas por Felipe Angeles, tomaron Zacatecas. Fue el punto culminante de la Revolución desde el punto de vista militar. El ejército de la dictadura quedó, literalmente, quebrado.

Villa pretendía seguir avanzando pero, Carranza se lo impidió, dándole instrucciones de dirigirse a Saltillo. Eso permitiría el avance de Obregón que venía por el noroeste. Un mes después, Huerta se vio obligado a renunciar. Obregón ocupó Guadalajara; luego, entró a la ciudad de México.

El 8 de septiembre de 1914, Zapata emitió un decreto, mediante el cual, los bienes de los enemigos de la Revolución serían expropiados sin indemnización.

La Convención de Aguascalientes

Carranza, entonces, convocó a una Convención de jefes. Villa no estaba de acuerdo, el enfrentamiento con Carranza era definitivo. No obstante, Obregón fue a Chihuahua a convencer a Villa salvándose de ser asesinado. Luego, Antonio Villarreal, exmagonista enviado de Carranza, convenció a Villa mediante el pacto de Torreón.

La Convención de villistas y carrancistas se reunió, finalmente, en Aguascalientes [8]. Empezó el 10 de octubre de 1914. Constituida en soberana, se decidió invitar a Zapata.

Encabezados por Otilio Montaño, el 28 de octubre, llegaron los zapatistas armados con su programa, para sacar a la Convención de las trivialidades. Se produjo, entonces, lo que Carranza temía: la conjunción de villistas y zapatistas. El 28 de octubre, la Convención aprobó el Plan de Ayala. Dos días después, la Convención aprobó el cese de Carranza.

Desde Veracruz, éste se opuso declarando rebeldes a Villa y a Gutiérrez, presidente electo por la Convención. A la ofensiva, Villa le anunció a Zapata que avanzaba hacia la capital.

En noviembre, la Convención lanzó un Manifiesto [18] definiendo al concepto de soberanía. “La soberanía la ejerce el pueblo en los campos de batalla y reside en el pueblo levantado en armas”, se dijo. La Convención también aprobó un programa que incluía: la devolución de los ejidos a los pueblos, la destrucción del latifundismo, la nacionalización de bienes, y la libertad de asociación y de huelga.

Villa y Zapata ocupan la capital

Zapata llegó a la capital desde el 29 de noviembre. Villa entró a la ciudad de México, el 3 de diciembre, por Tacuba y Azcapotzalco. Al siguiente día se reunió con Zapata en Xochimilco. Los zapatistas recibieron a los villistas con música y comida. Zapata y Villa platicaron durante el “Pacto de Xochimilco”. Hubo anécdotas y discursos pero no se indicaron perspectivas políticas, salvo encargar el gobierno a los “instruidos” y continuar la acción militar en sus respectivas zonas [34], Luego, Zapata y Villa con sus tropas se dirigieron al centro de la ciudad de México.

Ante al arribo de Villa y Zapata, Carranza había huido de la capital para refugiarse en Veracruz.

Una descubierta armada encabezó la marcha escoltando a los dos generales.

La ocupación de la capital era real. Villistas y zapatistas avanzaron por el Paseo de Reforma.

Villa y Zapata se aproximaron triunfantes al centro de la ciudad. Llegaron a la avenida Juárez. Acompañado de su estado mayor, desfiló Felipe Angeles; también Otilio Montaño.

A su paso por la Alameda los zapatistas contestaban los saludos del pueblo. Los campesinos armados estaban ya en el centro político del país. 30 mil hombres y mujeres se dirigieron al Zócalo capitalino.

Varias bandas de música, de zapatistas con sus fusiles al hombro, fueron tocando sus instrumentos durante la marcha. Las acciones habían iniciado muy temprano. Algunos, pasaron a desayunar al Sanborns de Los Azulejos; otros, se fueron a La Opera y a la Ametralladora.

El suceso era extraordinario. Entrando por la calle de Plateros, dos generales campesinos, junto con sus ejércitos, ocupaban la capital del país [7]. Los zapatistas arribaron al Zócalo con el estandarte de la virgen de Guadalupe. Las campanas de la catedral repicaron anunciando el arribo de los revolucionarios. En pueblo ya estaba reunido para recibir a los revolucionarios.

Ese 6 de diciembre de 1914, Villa y Zapata entraron al Zócalo de la ciudad de México [35]. Desde el punto de vista político, era el momento culminante de la Revolución. Pero había una seria contradicción. La burguesía había sido derrotada en el campo no así en la ciudad.

Aunque villistas y zapatistas recibieron simpatía popular, otros los atacaban. Algunos obreros también veían con simpatía a Zapata pero participaban a título individual. La mayoría estaban desorganizados y desclasados.

Como campesinos, la visión de Villa y zapata era localista. No se podía pedirles que actuaran como proletarios o marxistas. El problema del Estado y del poder político no pudo ser resuelto. La burguesía de apoderó de los “gabinetes”, como llamaba Villa a los aparatos.

En vez de perseguir a Carranza y aniquilarlo, como lo había sugerido Angeles, Villa decidió regresar al norte y Zapata al sur. No obstante el alcance nacional de su programa, contradictoriamente, carecían de un proyecto político para gobernar al país.

A ese momento, Zapata tenía la bandera política expresada en el Plan de Ayala. Villa había ocupado militarmente gran parte del territorio; tenía consigo otra importante bandera. El consenso en el campo estaba de parte de Villa y Zapata pero no así en las ciudades. La clase obrera no supo jugar su papel. La burguesía no estaba liquidada y la pequeña burguesía traicionó a la Revolución y se pasó con Carranza.

Villa y Zapata entraron a Palacio Nacional, previamente ocupado por Eufemio Zapata y su tropa. Luego, se sentaron en “La Silla”, la que había que quemar dijo Zapata. A su lado, Otilio Montaño y Tomás Urbina; atrás, Rodolfo Fierro [7].

En Palacio Nacional, se organizó una comida. Allí estuvo Eulalio González, el presidente de la Convención, “bueno pa’nada”, que luego se alió a Carranza. Intelectuales pequeño burgueses, como Vasconcelos y López Velarde se molestaron porque los zapatistas “no sabían usar los cubiertos” y porque Eufemio Zapata tenía sus caballerizas dentro del Palacio Nacional.

Zapata se dirigió hacia Puebla y le escribió a Villa diciéndole que la región había quedado “limpia de carrancistas”.

Carranza entró a la ofensiva con un proyecto burgués. Desde Veracruz proclamó una Ley agraria, con evidentes propósitos políticos. Esa ley no recogía las demandas zapatistas, sino al revés, validaba la propiedad privada de las tierras y se las restituía a los hacendados. Pero la intención política era sustraerle base social a Villa y Zapata, retomando sus propuestas y tergiversándolas.

El pacto obrero con Carranza y Obregón

En 1915, Obregón llegó otra vez a la capital. Primero tomó a la planta hidroeléctrica de Necaxa. Luego, promovió con la Casa del Obrero Mundial un pacto que más tarde fue firmado con Carranza.

De acuerdo al Pacto, los obreros integrados en los “batallones rojos” lucharían al lado del carrancismo. En medio de una fuerte discusión, la Casa se sumó mayoritariamente al carrancismo. “El constitucionalismo es el futuro”, publicaron los sindicalistas en un Manifiesto.

Con ese pacto la Casa se sometió a intereses políticos ajenos y se comprometió a combatir contra los ejércitos campesinos villista y zapatista.

Los batallones debutaron en las batallas de Celaya. Angeles había recomendado no salir al encuentro de Obregón pero Villa prefirió esta opción. Las batallas fueron extenuantes y terminaron en una gran derrota para Villa. Entonces, Obregón lo persiguió derrotándolo en los siguientes tres combates. Villa se refugió en Torreón pero la suerte en el campo de batalla no estaba de su lado. Tuvo que replegarse a Chihuahua para seguir una guerra de guerrillas.

En diciembre de 1915, Carranza propuso a Villa la rendición incondicional. Según el convenio carrancista habría amnistía para los villistas, quienes entregarían a Carranza los territorios controlados, se incorporarían al ejército constitucionalista, participarían en la lucha contra Zapata y Villa emigraría a los Estados Unidos. Algunos villistas aceptaron, otros se retiraron. Villa decidió continuar la lucha [1]. Al comenzar 1916 ya no existía la División del Norte.

La invasión de Columbus

En marzo de 1916, Villa invadió a Columbus [18, 31] ingresando con sus tropas a territorio norteamericano. Esto motivó la expedición punitiva al mando de John J. Pershing, después general de la Primera Guerra. Con él, venían los tenientes Patton y Eisenhower, quienes luego serían generalotes de la Segunda Guerra.

Pershing no pudo con Villa quién presentó combate. El 12 de abril, en Parral, una sublevación de todo el pueblo, encabezada por mujeres, enfrentó a una columna de la expedición al grito de “¡Viva Villa!”. Este volvió a tomar a Chihuahua y a Torreón. Después, en octubre de 1916, lanzó un Manifiesto a la Nación llamando a combatir al invasor norteamericano. También llamaba a la expropiación y nacionalización de todas las empresas mineras y ferrocarrileras extranjeras.

La Constitución de 1917

En septiembre de 1916, desde la capital, Carranza convocó a un Congreso Constituyente.

El 22 de diciembre de 1916, mientras ese Congreso sesionaba en Querétaro, Villa volvió a tomar Torreón.

Pershing y acompañantes tuvieron que abandonar el país. La expedición punitiva concluyó el 5 de febrero de 1917. Ese mismo día se proclamó en Querétaro a la Constitución política del país.

La Revolución de Flores Magón, Villa y Zapata resonó en el Constituyente.

El Congreso fue solo de carrancistas, si bien un ala progresista joven, encabezada por Francisco J. Múgica, pudo imponer algunas cuestiones parciales bajo la influencia de la lucha armada del villismo y del zapatismo.

En esta Constitución fueron de relevancia los artículos 3, 27 y 123. De acuerdo al 27, “La propiedad de las tierras y aguas ... corresponde originalmente a la Nación” [9]. “El dominio de la nación sobre los minerales del subsuelo, incluido el petróleo, es “inalienable e imprescriptible”, se incluiría también. Asimismo, se aprobó la jornada de trabajo de 8 horas, el derecho de asociación y de huelga, entre otras medidas.

La Constitución, sin embargo, afirmó el derecho a la propiedad privada de la tierra, las aguas y la minería, entre otros aspectos.

¡Vámonos con Pancho Villa!

Dada la persecución de Carranza, Villa se refugió en el norte en acciones guerrilleras desarrolladas en Chihuahua y en Sonora.

¡Vámonos con Pancho Villa!, dijeron muchos mexicanos (as) cuando se levantaron siguiendo al Centauro del Norte.

Por las mismas vías férreas, trazadas por el porfirismo, se desplazaron los trenes de la Revolución. En algunos casos, los revolucionarios pusieron las vías o las desviaron; en otros casos, las “volaron”. Con Villa viajaban, dentro de los trenes, los caballos; arriba los hombres y mujeres. También había vagones para hospitales y atención a los heridos; así, como para los periodistas.

Las mujeres de la Revolución

La Revolución se hizo posible por la participación de las mujeres. Estas no fueron únicamente “Adelitas” o “Valentinas”. Tampoco se dedicaban solamente a hacer las tortillas y acompañar a los “Juanes”. No solo hubo soldareras.

Muchas mujeres participaron en combates e, incluso, tuvieron tropas bajo su mando [12, 25]. Las mujeres fueron el crisol de la Revolución. Alimentaron a los combatientes, organizaron el correo del movimiento, vigilaban los caminos, animaron a los revolucionarios. Fueron, en suma, la mitad de la Revolución. Armadas, cuidaban también de los niños pequeños.

Niños y niñas participaron en la Revolución; unos entraron muy temprano al movimiento, otros nacieron con la Revolución. Niñas, señoras y señoritas participaron en acciones armadas.

¡Viva Zapata!

A diferencia de la División del Norte, aún sin experiencia militar actuaba como un ejército más formal, el zapatismo era diferente, su concepto era “el pueblo en armas”. Con base en ancestrales tradiciones, los zapatistas aparecían en combate y, luego, se disolvían entre los pueblos. Por todos lados había ojos y oídos, vigilantes día y noche. Los zapatistas araban la tierra con el fusil consigo y a un llamado presentaban combate.

La Comuna de Morelos

En 1915, en el sur, el zapatismo tomó un conjunto de medidas en la Comuna de Morelos [18, 32], el hecho más trascendente de la Revolución.

Fue la aplicación práctica por el zapatismo del Plan de Ayala, incluyendo medidas adicionales. Se liquidaron los latifundios y nacionalizaron los ingenios azucareros, poniéndolos bajo la administración de los campesinos y obreros agrícolas a través de sus jefes militares.

La principal acción fue la restitución inmediata de las tierras, los campesinos entrarían enseguida en posesión de las mismas y serían defendidas con las armas en la mano. De acuerdo al artículo 6º de la Ley agraria “se declaran de propiedad nacional los predios rústicos de los enemigos de la Revolución”, es decir, se nacionalizan [36].

Los bosques se nacionalizan también, al igual que los ingenios y destilerías. También se decretó la ley general del trabajo [37] que establecía la jornada de trabajo de 8 horas, la ley contra los accidentes industriales, la ley de supresión del ejército regular y la ley de los derechos de los pueblos, entre otras.

Represión obrera

Liquidada la División del Norte, Carranza se lanzó contra los obreros. El pacto de los “batallones rojos” significó algunas concesiones de Carranza y Obregón a los sindicatos. La Casa volvió a abrir sus puertas y se reorganizó la Federación de Sindicatos Obreros del Distrito Federal, encabezada por Luis N. Morones.

Algunos gremios comenzaron a hacer peticiones acompañadas de movimientos de huelga. Luego de utilizarlos contra Villa para combatir a lía División del Norte, Carranza se volvió contra sus aliados obreros.

El 19 de enero de 1916, Pablo González había publicado un manifiesto en al ciudad de México contra la agitación obrera. Luego, sus tropas asaltaron los locales sindicales, varios sindicalistas fueron detenidos, los ferrocarrileros fueron incorporados al ejército y los “batallones” fueron disueltos.

El 5 de marzo de 1916, en Veracruz, se formó la Confederación del Trabajo de la Región Mexicana. Con la demanda del pago de salarios en oro, el 31 de julio de 1916 estalló la huelga en la capital, encabezada por los electricistas. El llamado Dr. Atl, agente de Carranza, engañó a uno de los tres comités de huelga y los llevó ante Carranza, quien los calificó de “traidores a la patria”, ordenando que fueran encarcelados y sometidos a juicio de guerra.

Los locales sindicales fueron invadidos por las tropas militares de Carranza. Este impuso la ley marcial que establecía la pena de muerte para los huelguistas [6, 16, 30].

El 2 de agosto, ante las presiones y amenazas, Ernesto Velasco ordenó levantar la huelga y poner en servicio la planta hidroeléctrica de Necaxa, sin haber obtenido nada. Los dirigentes de la huelga fueron procesados, después serían liberados.

Obregón, a título de “amigo del movimiento obrero”, se entrevistó con el segundo comité de huelga y le propuso la suspensión temporal de la vida sindical “hasta que las cosas se calmaran”. Los dirigentes obreros aceptaron.

Allí se disolvió la Casa. La concepción colaboracionista de clases se había derrumbado. Más tarde reaparecería al institucionalizarse el corporativismo económico y político del sindicalismo con el Estado, produciendo una degeneración política que alcanza al día de hoy. Salvo momentos efímeros, la pérdida de la independencia de clase, ha sido la mayor tragedia del movimiento obrero mexicano.

La lucha obrera de 1916 se llevó a cabo en el aislamiento, cuando el campesinado estaba en repliegue y separado de los trabajadores, debido a la conciliación de la Casa con Carranza. En el punto culminante, prefirieron aliarse con éste para derrotar a Villa. Ahora la derrota obrera ante el mismo Carranza era lastimosa. En los siguientes años, la postración obrera daría pena.

Los manifiestos zapatistas

Las comunicaciones escritas fueron de una especial atención por parte de Zapata. Cartas, instrucciones, manifiestos, leyes, fueron elaboradas y difundidas.

Entre los manifiestos están: Al pueblo, A los obreros de la República; entre las cartas: la dirigida a Genaro Amezcua y la Carta abierta de Zapata a Carranza.

Villa mantuvo cercanía con los periodistas; Zapata también lo hizo [38].

“Zapata hablaba mexicano, casi igual que nosotros”, dijeron en Milpa Alta [19]. Entre los manifiestos zapatistas, hay dos escritos en náhuatl, dirigidos a los pueblos de Tlaxcala [21].

La matanza de González en Cuernavaca

El 2 de mayo de 1916, Pablo González ocupó a Cuernavaca en medio de una sangrienta matanza de la población. Los pelones se dedicaron a “carrancear”.

La Convención que estaba en Cuernavaca se trasladó a Jojutla, y el cuartel de Zapata a Tlaltizapán. Los zapatistas se replegaron a las montañas.

El 1 de diciembre de 1916, recuperó a Tlaltizapán, Cuautla y Cuernavaca derrotando a González. El 22 de diciembre de ese año, Villa volvió a tomar Torreón.

“No pactamos con traidores”

En 1916, el periodista inglés Henry Baird entrevistó a Zapata:

- Ahora usted es un perseguido. Ahora quieren eliminar a todos los que defienden a la Revolución.

- Eso es imposible. Tendrían que matar a todos los mexicanos para lograrlo.

- ¿No basta con matar a los dirigentes?

- No. Con eso no basta.

- ¿Porqué?

- Si matan a los jefes revolucionarios vendrán otros.

- ¿Está seguro de eso?

- Sí. Estoy seguro. Así ha sido siempre.

- ¿Y ahora que hará usted?

- Ya se lo dije. Defender a la revolución.

- Ya dijo eso, sí. Quiero saber como lo hará.

- Los campesinos están armándose. Solo es necesario organizarlos.

- ¿Organizarlos para qué?

- Para pelear.

- ¿No cree que ya llevan suficiente tiempo peleando? ¿Qué se derramó mucha sangre, que hay demasiados muertos?

Zapata miró fijamente al periodista. Dijo como hablando para sí mismo.

- Por eso tenemos que seguir, amigo. No podemos traicionar a los muertos y pactar con los traidores.

Revolución anticapitalista

Al poner en el centro el derecho de propiedad sobre la tierra y sus recursos, al afectar el latifundismo, cultivar la tierra colectivamente, expropiar a terratenientes e industriales, la Revolución fue anticapitalista [18, 27].

En 1915, Zapata promulgó una Ley Agraria. Esta, promovida por Manuel Palafox, secretario de agricultura de la Convención, fue la aplicación práctica del Plan de Ayala.

En sus aportaciones programáticas, Zapata incluyó demandas campesinas y, también, obreras, especialmente relacionadas con la jornada de 8 horas diarias de trabajo.

La Revolución Mexicana, por su composición social fue, esencialmente, campesina [34] pero, políticamente fue una expresión de la lucha de clases. La correlación de fuerzas entre la burguesía y el proletariado era muy desfavorable a éste y la primera se apoderó del gobierno restableciendo al Estado burgués.

Vigencia del zapatismo

Organización y programa tienen una pertinencia indiscutible. Sigue haciendo falta resolver el problema del Estado y el proyecto político de nación para la transición.

La lucha verdadera está basada en principios. La independencia de clase es irrenunciable. Solo así se puede realizar una praxis coherente y consecuente.

El Plan de Ayala del zapatismo está vigente, expresado en el derecho a la tierra y sus recursos naturales, así como la nacionalización de los mismos.

El concepto del pueblo en armas implica la necesaria organización estructurada a nivel nacional para socializar los deberes y obligaciones, incluyendo, hacerse cargo, así sea transitoriamente, de las funciones del Estado.

Como ayer, el movimiento se inscribe en el contexto de la lucha de clases. Eso fue la Revolución Mexicana, en tanto una guerra de clases, definida con relación a la propiedad de la tierra, sus recursos y medios básicos de producción.

Zapata no redujo sus propuestas solamente a la cuestión agraria. Durante al Comuna de Morelos propuso la primera Ley del Trabajo de la historia de México, para establecer la jornada de 8 horas diarias y una ley sobre accidentes de trabajo.

Asimismo, propuso suprimir el ejército permanente y sustituirlo por el pueblo armado, la supresión de impuestos a los artículos de primera necesidad, la generalización de la enseñanza, la fundación de escuelas normales, la ley de imprenta y la de asistencia pública, entre otras.

A estos momentos, estaba planteado también un programa obrero zapatista.

El carácter revolucionario del Plan de Ayala reside en el planteamiento de nacionalización de todos los bienes de los enemigos de la Revolución, es decir, terratenientes y capitalistas; y, en el contenido objetivo anticapitalista.

Aunque el Plan proponía sostener sus medidas con base en el pueblo en armas, no resolvía el problema del poder pero, durante el transcurso de la Revolución, el Plan fue la base para la dualidad de poderes establecida por el zapatismo en Morelos.

Esa dualidad estaba objetivamente del lado de Villa y Zapata pero, finalmente, no se pudo expresar a nivel nacional. Carranza y Obregón terminaron por apoderares del aparato del Estado, reconstituyendo al ejército y ocupando al gobierno, siguiendo una política en favor del capital.

Zapata y la Revolución de Octubre

En 1918, a través de su representante en La Habana, Zapata escribió una carta que fue difundida en el mundo.

En la Carta se decía: “La causa del México revolucionario y la causa de la Rusia irredenta, son y representan la causa de la humanidad, el interés supremo de todos los pueblos oprimidos” [39].

El movimiento armado mexicano, sin embargo, estaba en declive. Carranza perseguía a Zapata utilizando las tropas asesinas de Pablo González.

¡La Revolución No ha terminado!

El 17 de marzo de 1919, Zapara dirigió una carta abierta a Carranza, haciéndole una severa crítica por la pobreza de su proyecto político [40].

Carranza atacaba a todos en nombre de la Revolución, había regresado las tierras a los hacendados, reprimido a los obreros y perseguido a los revolucionarios, encumbrándose en el poder, le decía Zapata. Carranza contestó a su manera.

“Campanas de Villa Ayala/ por quién doblan tan dolientes/ Es que ya murió Zapata/ y Zapata era un valiente/” [22]. Aquél día, 10 de abril de 1919, se interrumpió violentamente la Revolución.

En cuanto la tierra cayó sobre su cuerpo, empezó la creencia indesarraigable: “Zapata no murió en Chinameca, vive, sigue cabalgando en las noches por las montañas en su caballo blanco”.

“Nunca lo detendrán”, dijo un joven zapatista. “¿Se puede capturar a un río? ¿Se puede matar al viento?” [29].

Está viva la leyenda. Zapata volverá como Quetzalcóatl-Kukulkán. Regresará con la aurora, en el continuo girar de los relojes.

En 1923, Obregón asesinó a Villa. Ese mismo año, Flores Magón amaneció muerto en la prisión de Leavenworth, en Kansas [17], al parecer asfixiado.

Cayeron los grandes de la Revolución, pero la brecha que abrieron no volvería a cerrarse. No se ha cerrado. ¡La Revolución NO ha terminado!


¡Viva Tierra, Mar y Libertad!


Referencias

[1] Alperovich B.T., Rudenko M.S. 1960, La Revolución Mexicana de 1910-17 y la Política de Estados Unidos, Fondo de Cultura Popular, México.
[2] Ayala 1985, Plan de Ayala 1911, Facsímil del Manuscrito, Centro de Estudios de Historia de México, CONDUMEX.
[3] Basurto J. 1981, El Proletariado Industrial en México 1850-1930, UNAM.
[4] Carr B. 1981, El movimiento obrero y la política en México 1910/1929, Era.
[5] Carranza V. 1913, Plan de Guadalupe, en www.inehrm.gob.mx
[6] Carranza V. 1918, Hoy a las cinco de la tarde se promulgará la Ley Marcial, en El Nacional, 1 de agosto de 1916, p.1.
[7] Casasola 2011, Archivo Casasola, Fototeca Nacional del INAH, en www.sinafo.inah.gob.mx
[8] Convención 1914, Manifiesto de la Convención de Aguascalientes, en www.inep.org
[9] Constitución 1992, Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, UNAM.
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* David Bahen, doctor en física teórica, astronomía y astrofísica; ex militante y ex dirigente obrero del STERM, SUTERM Tendencia Democrática del SUTERM, SUTIN, UISTE-FSM y FTE.



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