Volumen 11, Número 177, enero 15 de 2011
 



3. Forma y contenido de la lucha obrera




RESUMEN: La lucha de los trabajadores es nacional por su forma pero internacional por su contendido de clase. Es una lucha antimperialista y socialista, basada en la independencia de clase respecto del capital y el Estado, y en la dinámica social organizada.


1. Introducción

Dos posiciones básicas pueden distinguirse entre quienes introducen la lucha de clases en la periodización del capitalismo.

La primera se traduce en la simplificación de tal lucha a la contradicción capital-trabajo, al mismo tiempo que se exalta a ésta en su aspecto más primario, el de la lucha económica, o bien en su cauce más inmediato, el proceso de trabajo.

La categoría central de estos análisis es la “relación salarial”, esto es, “la fuerza motriz de la acumulación capitalista”, cuya “generación universal” está en el vértice de las grandes transformaciones del siglo XIX, que se reducen o sintetizan en las transformaciones del proceso de trabajo, dando lugar a otras tantas etapas en el desarrollo del capitalismo.

La segunda posición puede traducirse en la subordinación de la contradicción burguesía-proletariado, bien a contradicciones secundarias, o contradicciones superficiales.

En el primer caso, estarían las “líneas de demarcación” entre las “metrópolis imperialistas” (contradicciones interimperialistas), y entre éstas y las “formaciones sociales dominadas” (contradicción nación-imperialismo).

En el segundo caso, subordinando o remplazando la lucha de clases por contradicciones aparentes o superficiales, hay tratadistas que subestiman y desubican el fenómeno de las corporaciones transnacionales, y se deslizan hacia la tesis de la “soberanía de los estados nacionales puestos en peligro” por la expansión de aquellas. Según este enfoque, la contradicción distintiva del mundo contemporáneo sería la de “Estados vs. empresas transnacionales”.

Sacralizando la internacionalización más que la objetivación organizativa del capital transnacional, desde la Comisión Trilateral, Club Bilderberg, hasta los teóricos de la nueva división internacional del trabajo, se concluye que la contradicción fundamental de nuestro tiempo no es otra que la “internacionalización del capital vs. nacionalismo”, referido a obstáculos nacionales.

Un rasgo común de todos los enfoques es la omisión o, en el mejor de los casos, la subvaloración de la contradicción capitalismo-socialismo, tanto al periodizar la evolución de aquel como al caracterizar la fase que hoy recorre.

2. Objetivos inmediatos e históricos

Algunos han planteado que “hoy día (tal impulso) estriba en la tensión entre lo real y lo posible”. Esto sería significativo si por “lo posible” se entiende la posibilidad de superar históricamente al modo de producción capitalista. Entonces, la contradicción o “impulso” principal de nuestro tiempo no es otro que la “tensión” entre el capitalismo (“lo real”) y el socialismo (“lo posible”).

Esta situación nos lleva a la discusión sobre la forma de lucha de los trabajadores y el contenido de ésta.

Por su forma, la lucha obrera es nacional e, incluso, sectorial; más, por su contenido, es internacional. En ambos niveles, la lucha es económica y política. La lucha por el salario constituye la base material de la lucha de clases y quien desdeña este nivel se descalifica. Pero los sindicatos tienen tareas adicionales más importantes que cumplir.

Es decir, los trabajadores tenemos intereses inmediatos e históricos, los primeros expresados en las reivindicaciones laborales y sociales, los segundos, en la necesidad de emancipación respecto del capital y el Estado.

Pero los sindicatos son instancias distintas a los partidos políticos. Sin embargo, los sindicatos no pueden ser apolíticos y menos neutrales. La lucha es de clases y, en tal contexto, los trabajadores necesitamos un sindicalismo revolucionario, de clase, que no solamente luche por las mejoras materiales de sus agremiados sino del conjunto de la clase obrera, lo que supone como referencia a un programa unitario y solidario.

En la lucha contra el capital, la lucha de los trabajadores es necesariamente antimperialista, pero no nada más, sino también socialista.

La política obrera es de definición y se basa en principios de clase, de acuerdo al pensamiento revolucionario clásico, y en las condiciones de hoy. Se ha escrito que “la clase obrera a veces triunfa pero ese triunfo es efímero, su verdadero triunfo reside en la extensión y consolidación del movimiento”. Esto implica imprimirle dinámica social al movimiento sindical para transformarlo en movimiento obrero.

Entre las múltiples tareas es preciso incorporar a todos los trabajadores a la lucha organizada y conciente, impulsando precisamente el desarrollo de la conciencia de clase, es decir, la cultura obrera.

3. Conclusiones

La teoría del imperialismo no parte de la nada sino que se basa en los descubrimientos científicos del marxismo, es decir, la acumulación del conocimiento humano. Pero, además, se trata de imprimirle al movimiento una dinámica crítica y activa.

Se trata de mantener vigentes los principios recreando el legado histórico del proletariado acorde con las exigencias de la realidad actual.

PROPUESTA

EL FTE de México presenta al 16º Congreso Sindical Mundial la siguiente propuesta:
  1. La FSM asume que la lucha de los trabajadores, por su forma es nacional pero, por su contenido de clase, es internacional. Nuestra lucha es antimperialista y, a la vez, socialista. En este proceso, la FSM llama a los trabajadores y a sus organizaciones a practicar un sindicalismo con independencia de clase que articule la lucha por los intereses inmediatos e históricos de la clase obrera.

Frente de Trabajadores de la Energía,
de México






Esta página es construida por trabajadores del sector energía. La información contenida puede citarse total o parcialmente, mencionando la fuente.